La escuela de Atenas

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lunes, 12 de diciembre de 2016

Nihilismo y crítica de la religión en Nietzsche

La genealogía histórica y psicológica de la tradición occidental da unidad a la compleja obra nietzscheana. A esta luz hay que ver sus grandes temas: nihilismo, eterno retorno, superhombre. Ello acerca a Nietzsche al “típico producto postidealista de ascendencia ilustrada, o filosofías de la sospecha”.
      No pretende elaborar ni cambiar un sistema de verdades, sino una modificación radical del umbral de conciencia, desde el que se determinan los problemas.
      Sobre Grecia: fundamento cultural de la tradición occidental, idea en la que Nietzsche introduce ciertos desplazamientos para modificar su sentido y valor.
      Diagnóstico de nuestra cultura y su desarrollo oculto. Nietzsche se autodenomina el papel de cronista del advenimiento necesario del nihilismo. El nihilismo es la consecuencia del proceso civilizatorio de occidente (de su religión, metafísica y moral), en cuanto proceso de progresivo auto-desenmascaramiento de valores, realidades supremas y criterios. Son nuestros propios valores, los modernos, los que extraen en el nihilismo su última consecuencia. El “todo carece de sentido” es “la lógica pensada hasta el final de nuestros propios valores e ideales, algo que es necesario experimentar”.

La tradición occidental

La tradición que Nietzsche desenmascara es el poderoso resultado del entretejimiento de tres factores: la ratio socrática, el platonismo, y el cristianismo.
      Crítica al hombre histórico: en sus comienzos el hombre es conformado como hombre teorético, contemplador de la vida. Este presupuesto del pensamiento filosófico se encuentra en la evolución general de la tragedia griega. Teatro y teoría comparten la misma raíz. El mismo proceso ocurre en el orden de lo religioso
      Crítica a la actitud vital: al hilo de una transformación en los tres ámbitos, el hombre asume la actitud de espectador, y se forma su propia representación (teorética) sobre lo que conoce: desde las condiciones de vida hasta el destino se constituyen como objeto de contemplación para el sujeto. Un sujeto que al mismo tiempo es libre de destino. La teoría evoluciona junto a este ámbito de “ficción”.
      Crítica de la tesis “positiva”: la ficción del no-destino se manifiesta como acceso a las “verdades eternas”, es decir, la tesis por la cual lo verdadero no es lo que se nos aparece, sino que es necesario distanciarse del mundo material, la vida inmediata, para alcanzar la verdad. Esta tesis implica que las cosas no son como se nos aparecen, sino lo que una teoría podría decir sobre ellas. Esta sobrevalorización del acceso lógico o teórico a lo verdadero conlleva proporcionalmente una negación de la vida y del mundo en nombre del “mundo verdadero”
      Crítica al platonismo: interesa la teoría general en la que ha de ser explicado por qué determinadas acciones deben ser hechas (en términos absolutos). Una acción no debe ser realizada por sí misma, sino por la justicia. El enjuiciamiento debe ser realizado desde un punto de vista general, que coincida con todas las acciones. La visión teorética de la idea de justicia depende del presupuesto de visibilidad de conexiones de acción de la configuración de la polis. En virtud de una subordinación de lo particular a lo general (las acciones a la justicia), se dice que lo verdadero es la idea general que solo puede aprehenderse en una actitud intelectual pura. Los filósofos capaces de ello deberían ser reyes. El estado debe ser pensado a partir de la idea general, en virtud de la cual se han de dar las “políticas prácticas o empíricas”. En igual contexto teórico surge la ciencia como configuración lógico-teórica del mundo y reflexión sobre las verdades generales.
      La posición de Nietzsche: el presupuesto de lo particular bajo lo general descansa sobre una ficción. En las teorizaciones (esquema de explicación), tanto de ámbito moral como científico, late ya el nihilismo. Un nihilismo que consiste en decir que algo es distinto de cómo se percibe de modo inmediato. El nihilismo surge en principio como depreciación de la vida inmediata: radica en decir que lo que es, no es lo que se aparece, sino la correspondiente explicación, sobre todo científico-natural-matemática. Esta reducción a efectos del dominio de la realidad mediante la explicación es expresión de una voluntad de poder.
      Crítica al pensamiento simplificador: toda explicación es una simplificación. Identifica sistemáticamente la expresión explicada con la expresión explicativa, reduciendo así la multiplicidad lingüística. El uso del lenguaje como instrumento manipulable tiene, en realidad, la consecuencia de la perdida creatividad y sentido (color) que se le da a la vida.
      Crítica a la actitud teorética: ¿Cuál es su valor para la vida? Pretende dominar y convertir en disponible su objeto material, la naturaleza y la vida, reduciéndolo todo a leyes. El propio lenguaje es reducido a una gramática que se aprende durante la formación en y hacia una subjetividad general y una determinada orientación vital-cultural. Orientación que se fundamenta en la voluntad de poder.
      Crítica del enjuiciamiento del canon europeo: el enjuiciamiento moral y la correspondiente actitud clasificatoria (bueno-malo) son percibidos por Nietzsche como voluntad de poder (dentro del marco general de lo particular bajo lo general). El pensamiento moral es voluntad de poder, y su sustancia última es nihilista, en la medida en que se dirige contra otras personas, puntos de vista u otras jerarquías. Esto es, ontologiza y absolutiza el propio modo de enjuiciamiento.

Platonismo para el pueblo

También el cristianismo, en cuanto platonismo para el pueblo, cae bajo el veredicto del nihilismo, en la medida en que en él se institucionaliza y difunde el pensamiento moral. Un pensamiento que en su “estadio final” tiende a autonegarse y lleva consigo una desvalorización de todos los valores por él creados, que apurando su lógica llevará al abandono de categorías como fin, unidad o ser.
      La hipótesis cristiana de la moral ha conferido al hombre un valor absoluto, en contraposición a su pequeñez y contingencia en el devenir. Da también un sentido al mal y la miseria. La moral cristiana prepara al hombre un saber de valores absolutos, impidiendo que el hombre se despreciara, que tomara partido de su impotencia inicial contra la vida. El cristianismo ha sido “el gran antídoto” contra la tentación nihilista primaria.
      Más allá de lo bueno y lo malo, la interpretación moral hace del mundo algo “insoportable”. La historia moral del cristianismo se ha expresado en una voluntad de poder mediante la que los esclavos y los oprimidos, los mediocres, fracasados y atormentados han impuesto los juicios de valor más favorables para ellos.
      El cristiano es el animal doméstico, opuesto al tipo superior y digno de vida del hombre, erguido sobre la tierra, con el gran sí en sus labios. El cristianismo ha hecho guerra a este tipo superior de hombre, ha proscrito los instintos fundamentales (los que Nietzsche juga como humanos en el sentido más pleno), y ha extraído de esos mismos instintos el mal. El cristiano ha tomado partido por lo débil, ha hecho un ideal de la contradicción a los instintos de conservación de la vida fuerte. El cristianismo ha hecho sentir como pecaminoso los valores supremos de la espiritualidad.
      Nietzsche defiende la concepción de la vida como crecimiento, duración, acumulación de fuerzas, de poder
      Vinculación Nihilismo-cristianismo: la compasión, el  rasgo central del cristiano, es la praxis del nihilismo (-cristiano): un intento depresivo y contagioso que obstaculiza los instintos que tienden a la conservación y elevación de la propia vida. Se trata de un instinto bajo que tanto como multiplicador de la miseria, como conservador de lo miserable, es un instrumento capital para la intensificación de la decadence.
      En el cristianismo Nietzsche vislumbra una religión nihilista en la que late oculta una moral reactiva, inspirada en última instancia por una moral decadente, que ha llegado al hombre europeo de modo poderoso y recurrente en los ideales ascéticos, que en definitiva son un intento de hacer la vida débil.
      En la religión se descifra el conjunto de medios morbosos a los que el hombre recurre para confrontar su enfermedad.
      Si la religión encuentra su razón de ser en el miedo, también es cierto que el miedo nace en el momento en que el hombre se enfrenta a sí mismo y siente su incapacidad para autoafirmarse en un mundo hostil. También habla de miedo a la naturaleza, sobre la que el hombre intenta imponerse. De ahí el papel del culto y la magia.
                    
Deidad, gramática, nihilismo negativo
Crítica gramatical: en el orden al que algo es dicho como algo diferente de lo que es, siendo subsumido bajo un concepto que debe satisfacer. El esquema gramatical es el modo en el que se mueve el pensamiento, algo a lo que no tenemos alternativa. De librarnos de él, dejaríamos de pensar.
La filosofía greco-platónica lo reelaboró, en un principio, a partir de la gramática especial indogermánica, y lo convirtió, absolutizándolo, en el esquema del pensamiento. Un esquema elevado a conciencia, primero en el ámbito académico, y luego en el cristianismo.
Ontología moral de lo general: la actitud vital del hombre teorético se, por su esquema, universalizada, sobre todo en el ámbito moral. Lo individual es remitido y sometido a una ley moral general, y con ello es negado en su realidad. Este sentido de nihilismo negativo lo extrapola Nietzsche  a toda la historia del pensamiento occidental.
Nihilismo negativo: preparado por la ratio socrática, despliegue platónico y consumado en el cristianismo. Al no ser situado el centro de la vida en la vida, sino en el más alla, se priva a la vida de un centro de gravedad.
Nihilismo reactivo: propio del momento de la consciencia en el que el hombre asume el lugar y la función del dios muerto. Se identifica con la tesis de que no hay constitución absoluta de las cosas, ni cosas-en-sí. Nada posee valor, se trata de un síntoma de fuerza por parte del sujeto valorador. En la medida en que se confunde con la negación de la realidad verdadera, se podría considerar una forma extrema de fenomenología
Nihilismo pasivo: decadencia y retroceso del poder del espíritu, signo de debilidad y fatiga, que emerge cuando la síntesis de valores y metas sobre la que descansa una cultura fuerte se disuelve, de modo que los diferentes valores pasan competir en un marco de disgregación.
Nihilismo como síntoma: los desheredados carecen ahora de consuelo, por lo que destruyen para ser destruidos. “esta es la forma europea de budismo, el hacer-no, una vez que toda existencia ha perdido su sentido”.
Nihilismo como estado normal: desvalorización de todos los valores supremos y matar a dios a partir de un determinado momento histórico.
Nihilismo radical: convencimiento de la insostenibilidad de la existencia, así como de sus valores más altos. No tenemos el menor derecho a plantear un más allá ni un en-sí de las cosas
Nihilismo activo: signo de fuerza, un espíritu tan elevado que sus anteriores convicciones le resultan inadecuadas. Ideal de supremo poderío del espíritu, de la vida más exuberante; en parte destructivo, en parte irónico.
Nihilismo consumado: una vez que la fe en dios y en un orden moral ya no resulten sostenibles. Autonegación de la moral por razones morales. La moral se desvela a sí misma como trama de ficciones utilitarias.


Nihilismo consumado y decadencia del cristianismo 
La crítica nietzscheana no se autoconcibe como moral. Y no solo por situarse más allá de ese constructo ilusorio y “funcional”, sino porque considera vivir en una época donde la moral se consume y pierde sentido y validez. Pierde su funcionalidad vital.
Mientras el pensamiento occidental pudo creer que lo general es la verdad frente a lo particular, pudo ser fuerte, ganar todo el terreno. Alentó grandes configuraciones culturales. El descubrimiento de su carácter nihilista y de la naturaleza última de la lógica de la decadencia, debilita su fuerza. El hecho de que haya llevado esa lógica hasta sus últimas consecuencias es precisamente donde se reconoce su carácter nihilista. El proceso ha sido también el de la negación (y autonegación) de la propia moral por razones morales.
La propia moral cristiana termina con el cristianismo porque la moral predica como valor fundamental el “usar metáforas acostumbradas, mentir según una convención fija”, que acaba constituyéndose como fuerza negadora de la propia moral
Crítica de la genealogía: cataloga sus rasgos: negación del mundo real en nombre del mundo verdadero, desconfianza ante las pasiones y lo instintivo, idea de ser como uno o cosa-en-sí, búsqueda de garantías del orden establecido, debilitación de la vida y sumisión a un principio supremo, penetrabilidad cognoscitiva del Todo por parte de la razón, tendencia a autoconstituirse en un sistema de definición y fijación de deberes, carácter terapéutico, fruto de la impresión de seguridad al precio de aceptar la autoridad.
Esta racionalidad evoluciona históricamente hasta llegar al nihilismo consumado. El factor decisivo es la decadencia del cristianismo. Cómo el mundo verdadero se convierte en fábula: la falsedad y mendicidad de toda interpretación cristiana ha dado lugar a un abismo entre el “dios es la verdad” y el “todo es falso”.
Pero Nietzsche es consciente de que la penetración cognitiva en la sustancia nihilista última del pensamiento europeo, su “desenmascaramiento”, no equivale a la superación de su forma de vida. Pues al fin y al cabo, el esquema lógico-gramatical de ese comportarse-en-el-mundo permanece inalterable. No es posible sustraerse a este esquema de pensamiento.
Por eso Nietzsche, que descifra la historia del pensamiento europeo, de raíz socrático-platónica, y de la religión, en su entrelazamiento como nihilismo, se autocaracteriza como primer nihilista consumado de Europa; porque es consciente de que su desenmascaramiento y su elevación a consciencia teorética no equivalen a su superación, sino que lo consuma, contrariamente, una vez más en una repetición del esquema de la consideración teorética del mundo. Nietzsche descifra el nihilismo como destino.
La consideración teorética: cabe elevar a esencia la consciencia de la historia, como hace en sus análisis histórico-genéticos. Cabe caracterizar esa historia, pero cuando se hace surge una nueva imagen teorética del pensamiento, una simplificación o teoría del propio pensamiento europeo. Lo que no resulta posible, en cualquier caso, es sustraerse a la gramática, que determina ontológico-moralmente el uso linguistico hasta la última frase. De pretender sustraerse a la gramática, se perdería el propio concepto de pensamiento lógico y de razón.
El no poder sustraerse a la razón, por mucho que se eleve a consciencia su carácter esquematizador,  coloca al nihilismo en la condición de filosofía trágica. Cuando el nihilismo es así autoconsciente, se consuma. El nihilismo asentido que se hace cargo de sí mismo en mutua relación trágica con la vida.

Muerte de dios y superación del nihilismo.
Todo está al servicio de la vida. Para orientarse, los seres humanos inventan hipótesis, imponen leyes.
La vida es voluntad de poder. el mundo también es voluntad de poder (el mundo dionisíaco  que se “crea a sí mismo eternamente y eternamente se destruye”
La vida no se ofrece globalmente como un todo, ni puede, dada la esencia de todo determinarse, hacerlo.
Economía de la conservación de la especie, una economía despilfarradora e insensata: los afectos acompañan la consideración teorética del mundo: la alegría por el mal ajeno, la codicia… son instrumentos de esta economía.
Esquema de la representación teorética: No se sabe, en efecto, por qué han sido conformados estos afectos, ni para qué, pues para saberlo habría que salir de la vida y acceder a la condición de teorético en un estado cuasi-divino. La filosofía concibió a dios como teórico puro, situado más allá de toda subjetividad y toda concepción, aunque capaz de traspasar los afectos humanos. Dios, por tanto, fue concebido como absolutización del esquema gramatical básico de la teoría y (de la posición del espectador no participante). Este es el dios cuya muerte anuncia Nietzsche. Un dios pensado como causa de todas las cosas, esto es, como una prolongación del esquema de nuestras explicaciones, en las que reducimos todo a casos idénticos y a leyes. Un dios que siendo el resultado de la absolutización del esquema lógico-gramatical, lo es también de la fe.
La muerte de dios significa, aquí, que el concepto dios que refiere a la posición teorética absoluta más allá de la vida, el concepto de dios así entendido, lo es en y desde el nihilismo. Aquí queda superado el dios moral. Porque no tiene sentido imaginarse un dios más allá de lo bueno y lo malo.
Las exigencias morales dejan de valer tan pronto como se deja de creer en el carácter absoluto de su pretensión. Pero las formas lingüísticas y las formas del pensamiento son infranqueables, nos seguirán obligando aunque seamos conscientes de su condición de mero esquema. Sencillamente porque no hay alternativas a las mismas.
Por tanto, se podría decir que no nos libraremos de dios mientras exista la gramática, como Nietzsche mismo nos advierte. El nihilismo es así descrito  como la fe insuperable en un dios ya muerto… una filosofía común de la gramática que opera más allá de las diferencias de contenidos cosmovisionales.
Así, el nihilismo soporta el pensamiento de que es necesario superar a dios pero es imposible eliminarlo.
Desde la autocomprensión nietzscheana no cabe hablar de una doctrina asumible como verdadera en todas sus proposiciones. Nietzsche apunta a una comprensión para la que aún no hay esquemas ni conceptos, y que en su negatividad puede ser llamada estética.
La superación del nihilismo europeo: no puede ser, a su vez, objeto de una nueva prescripción ni de un esfuerzo de hombre moral. Condiciones de posibilidad de la superación: consideración de la ontología moral que condiciona el espíritu europeo hasta en la estructura profunda del lenguaje y del pensamiento como algo devenido, no absoluto, como la aceptación del nihilismo como destino. La aceptación de la propia situación, de la época a la que hemos sido arrojados
El Nietzsche positivo: la transvaloración de todos los valores y el ultrahombre. La primera la concibe como acto de suprema autognosis de la humanidad, que permitirá acabar con la consideración socrático-platónica del mundo (y la mentira de orden moral que ha hecho de la vida algo culpable), posteriormente una educación al hombre en la conciencia del devenir… será así al fin posible una gran política. La transvaloración se concibe así como una inversión del punto de partida: de la negación originaria de la vida de la interpretación platónico-cristiana (que sería un cambio de sentido, no inversión, y que mantendría la culpa, el pecado y el sacrificio), a la afirmación originaria a la vida. La transvaloración conlleva una redefinición de lo bueno y lo malo. Pero no en el sentido de una propuesta de valores (trascendentes) nuevos, sino en el sentido de las virtudes o los valores afirmativos de lo individual-vital. Valores vacíos de todo carácter absoluto y toda pretensión universalista. Lo bueno es una invención, defensa y necesidad del hombre: bueno es cuanto eleva el sentimiento de poder, malo cuanto procede de la debilidad. La felicidad es el sentimiento de que el poder crece, de que una resistencia ha quedado superada. La auténtica libertad solo nace del exceso de fuerza y se prueba mediante el escepticismo. Liberados de las convicciones, accederemos a la gran salud. Salud que atribuye al hombre libre, que no se somete a las convicciones, ni cree en ficciones, con un poderoso sí.

La gran política, que corresponde a esta gran salud, requiere o hará posible el ultrahombre, un hombre capaz de crear, desde un pathos afirmativo y libre de resentimiento, nuevos valores, valores afirmativos e inmanentes a la vida. Lo que equivaldrá al desciframiento del sentido de nuestro ser. El ultrahombre será el sentido de la tierra, que brota de un sinsentido al que nos ha abocado la historia (del nihilismo). 

Feuerbach. Autorrealización o liberación humana como crítica de la religión

Crítica de la vivencia religiosa tradicional

Lo esencial de su crítica consiste en ver la religión como un producto que emerge de la mente cuando el hombre no se hace cargo de su propia existencia, abandonándose pasivamente a poderes extraños creados para su consuelo.
      Se trata de un acercamiento al hecho religioso desde la psicología. Trata la teología como una “patología psíquica”. La finalidad de sus escritos es por tanto terapéutica-practica.
      Los conceptos religiosos no tienen otro origen que la subjetividad humana. La línea básica de su pensamiento está en relación con la subjetividad (dimensión práctica kantiana).
      Dios es objeto de la religión, no de la filosofía: del sentimiento, no de la razón. Dios es, por tanto, una esencia que expresa el punto de vista práctico. Se trata de una concepción schleirmacheriana de la religión.
      Sentimiento de simple y pura dependencia como expresión exacta de la religión. El sentimiento de dependencia o su concepto universal explica el fundamento psicológico-subjetivo de la religión
      Pugna Hegel Schleirmacher: el perro es el mejor cristiano- razón/sentimiento. Feuerbach toma partido por el segundo
      Crítica a sch: dios es la esencia del sentimiento, si subjetivamente el sentimiento es lo principal de la religión. Feuerbach lo interpreta a su manera, según su intención de reducir la teología a antropología. La religión se define como constituida exclusivamente por la subjetividad humana


El cambio de 1846: La esencia de la religión

Ahora parece ver los problemas sistemáticos de una concepción exclusivamente subjetivista, como mera proyección humana; por lo que introduce un nuevo elemento que explica la actitud religiosa: la naturaleza
      Ahora afirma que el objeto primario y originario, el fundamento permanente y trasfondo continuo de la religión es la naturaleza (toda fuerza, cosa y esencia que distingue de sí mismo como humano-entiende el hombre como comunidad, no como individuo-M.Stirner). La mutua implicación del hombre y la naturaleza hace de su comprensión de la religión un fundamento objetivo.
      Esta nueva instancia extrasubjetiva se hace necesaria para explicar que en el sentimiento religioso, las cualidades superiores no son una proyección del hombre, sino de la naturaleza. En conexión con Sch. entiende que el sentimiento de dependencia conlleva necesariamente una realidad exterior como polo de referencia.
      La naturaleza, aun con todo, no es identificable con dios. Si el hombre piensa en dios, se trata de un reflejo de sus propias cualidades o de la naturaleza; por lo que se podría decir que dios tiene su origen en la naturaleza y no al revés. Dios es una abstracción de la naturaleza.
      Tesis: la esencia de dios es la esencia abstracta, purificada e idealizada del mundo y del hombre. Ambos “momentos” constituyen la esencia del dios moral y el filosófico. En conclusión, sería la antropología y la fisiología (estudio de la naturaleza.) lo que constituye la teología.


La religión anclada al deseo

Relaciona religión y fantasía. La esencia divina es la esencia objetivada de la fantasía. Así, la fantasía se convierte en órgano esencial o base de la religión.
      La religión, por tanto, se describe como sueño del espíritu humano, sueño de la conciencia despierta.
      Mecanismo del deseo como desencadenante de la experiencia religiosa. El deseo es el origen de la religión. Quien no tiene deseos, no tiene tampoco dioses. Según sean los deseos de los hombres, así son sus dioses. Los dioses surgen del contraste entre el poder y el querer del hombre.
      Sentimiento de dependencia, egoísmo, tendencia a la felicidad y fantasía. La fe no se basa en razones suficientes (como se podría esperar de una filosofía de la religión), sino de deseos suficientes.
      La religión es la esencia infantil de la humanidad. El egoísmo (o ansia de felicidad) es el último fundamento subjetivo de la religión. También se habla de miedo. El carácter infantil de la religión se basa en la ignorancia sobre la realidad y sobre las propias posibilidades del hombre.
      Lo que el hombre desea inconscientemente es dios. La estructura vivencial religiosa: la contradicción entre hombre y dios se da en una relación inversamente proporcional: cuanto más vacía es la vida más pleno es dios y viceversa.

Una nueva religión centrada en el hombre:

Después de la ruptura con Hegel, concibe progresivamente la religión como fenomenología del ser finito. Hegel considera la religión como conciencia de otro ser, Feuerbach como la conciencia del propio ser del hombre.
      La esencia objetiva de la religión es la misma que la de las facultades afectivas. El secreto de la teología es la antropología. El hombre es el comienzo, centro y fin de la religión.
      Hablar con dios es hablar con el hombre. Cristo es el símbolo de toda la humanidad. Su preocupación no es solo antropológica, sino anti-teológica. Porque Feuerbach  considera la religión como “escisión del hombre consigo mismo”. Esto lo debilita.
      El cristianismo, al considerar lo suprasensible como lo único esencial, se convirtió en una religión anti-cósmica y negativa, una especie de espiritualismo-platonismo popular.
      La idea de inmortalidad procede del egoísmo del individuo. Solo el género es inmortal. El rechazo de la inmortalidad personal es al mismo tiempo el rechazo del dios garante de la misma.
      En cualquier caso, el hombre en su actitud religiosa (dependencia y nostalgia del más allá) busca de manera inconsciente su propia liberación. El sentimiento de dependencia es la base (subjetiva) o fundamento de la religión.
      Lo verdaderamente religioso es el hombre. “fundamentar una nueva religión”: la relación interhumana y el amor frente a todo individualismo o exclusivismo. La religión implica pensar en los demás. Amor incondicional del hombre hacia el hombre.  (Se trata de canalizar el impulso neurótico social hacia un cauce positivo-terapeutico. Al corregir los impulsos negativos en prácticas positivas)
      Por encima de dios está el amor, y por encima de la religión la ética: solo la ética es la verdadera religión
      Pugna con los marxistas: los periodos de la humanidad se diferencian únicamente por las transformaciones religiosas. Tesis a la que se opondrá Engels. En cuanto al momento ideológico de la religión, tesis que apoyaría Marx: la religión tiene una base estructural injusta. Dios nace de la miseria del hombre. Desde el punto de vista político y social, dios y la religión se fundamentan únicamente en la maldad de los hombres.
      Critica a los políticos, que consideran la religión como medio para la sumisión y opresión del hombre (esencia del cristianismo).
      La tº de la ideología marxista tiene su origen en Feuerbach, quien años antes dice la famosa sentencia de que la vida determina la conciencia, que la situación particular sostiene el pensamiento.




La positividad de la religión

Kant, siguiendo el espíritu común de la ilustración había opuesto la religión positiva a la religión dentro de los límites de la razón. Por religión positiva se entendía el conjunto de dogmas y prácticas de culto establecidas por la iglesia como positivamente revelado, y por tanto, inasequible a la razón. Tales dogmas y prácticas fueron criticados por los ilustrados como irracionales y contrarias a la libertad de pensamiento.

      La primera postura de Hegel es seguidora de la ilustración: Jesucristo enseñó una religión racional, pero esta se convirtió en positiva, es decir, contraria a la razón y libertad, cuando los cristianos se organizaron como iglesia y se aliaron con el estado. 

Schleirmacher: autonomía e inmediatez de la religión

Los discursos
El contexto inmediato

Discursos (1799): convierte a la religión en objeto de reflexión. 5 dicursos de importancia desigual. El 2º y el 5º constituyen el eje de la obra: esencia y papel de la religión positiva.
      Schleirmacher se sitúa en el primer romanticismo, junto con Novalis y Schlegel. Éstos consideraban insuficiente la mediación de la razón práctica a la hora de fundamentar la religión (Fitche).
      Fue Sch. quien nos dejó la versión romántica de la religión, una vez operada la quiebra de la razón ilustrada (que gira en torno al “desencantamiento” del mundo) frente a esto, el romanticismo intenta recueperar una nueva sensibilidad para lo religioso, acompañado de una nueva mitología
      Sus discursos muestran las posibilidades así como los límites del discurso romántico. Da muestra de un carácter existencial, imaginativo y romántico, a veces caóticos, sin la debida disciplina conceptual, y altamente retóricos 


La religión y la crítica de la razón instrumental

Tensión entre religión-razón instrumental moderna.
      Aunque media entre el idealismo vacío y lo finito-terreno, es este segundo el que amenaza a la supervivencia de la religión. El hombre ha conseguido hacer tan rica y polifacética la vida terrena que no queda lugar para la contemplación de lo eterno.
      Esta absorción por lo útil, hace difícil elevarse hasta la aprehensión de lo infinito, a pesar de que el hombre nazca con una disposición para lo religioso igual que las demás. El culto al pragmatismo va ligado a una cultura intelectualista (obsesión por entender) de modo que encadena al hombre a lo finito
      Es precisamente hacia lo infinito, lo eterno, donde señala la religión. La apertura hacia la religión es cada día más difícil teniendo en cuenta que la enseñanza, como sistema productor de los valores imperantes, impedirá que se desarrolle de una forma armónica el sentido religioso.
      Así, en los Discursos, junto con la crítica de los intereses pragmáticos, se cuestiona a la vez una educación intelectualista en función de esos intereses. El paso de la cultura escolástica, ciertamente inútil, a una concepción pragmática que en última instancia viene a ser una nueva barbarie. Critica lo que considera una pseudomodernidad
      Es por esto que considera su época como una encrucijada, por lo que atañe a la supervivencia de la religión. Aun con todo, tras la destrucción ilustrada, el reflujo romántico le albergaba esperanzas.
      Según el ideal moderno, la religión tendría que hacerse útil para sobrevivir, como sostén de la vida social. Schleirmacher se opone a esta instrumentalización de la religión. La razón de ser de la religión no consiste en el mantenimiento de derecho y el orden social, ni siquiera de apoyo a la moralidad. La religión necesita su propio ámbito. Instaurar la autonomía de la religión, en terminología kantiana.


Autonomía e inmediatez de la religión

Religión – metafísica y moral
      La razón teórica y la práctica confluyeron en el proceso de constitución de filosofía de la religión.
      ¿Cuál es la relación entre las tres disciplinas? ¿Se puede hablar de una unidad última de la actividad espiritual del hombre? este era el debate entre Fitche y Jacobi. Fitche estaría a la búsqueda de una filosofía primera como principio unitario de la filo. teórica y práctica.  Para Jacobi, esta escisión en el seno de la filosofía solo encuentra unidad en un principio que la trasciende, la religión.
      ¿Cuál es el motivo de confusión entre estas disciplinas? Que poseen el mismo objeto (el universo y la relación del hombre con el). Pero lo abordan de manera diferente. Schleirmacher procede afirmando la oposición tajante en que se encuentra la religión respecto de las otras dos. En virtud de esta oposición, dice, la religión no es ni pensamiento ni acción, sino intuición y sentimiento. La religión no pretende explicar el universo, ni perfeccionarlo, sino que se sitúa en una “pasividad infantil”, dejándose plenificar por los influjos inmediatos del universo.
      Frente a la metafísica: ¿Cuál es el estatuto cognoscitivo de la religión? ¿Es posible una mediación filosofía-religión? Schleirmacher, negando la mediación kantiana de la razón práctica, se ve abocado a fundamentar la religión en una experiencia pre-reflexiva, en la inmediatez del sentimiento y la intuición que es proporcionada por el encuentro personal con un problema religioso de carácter inefable. La inmediatez de la experiencia religiosa se detiene en la experiencia de existencia y actividad del universo. En la religión, todo sería inmediato y verdadero para sí.
      ¿No necesita lo religioso un proceso de mediación, explicación? Su actitud anti intelectualista no va tan lejos, pues pretende desvelar la esencia verdadera de la religión. La religión es una entidad pensable, de lo que se puede establecer un concepto.f
      La religión insiste en la apertura del hombre a lo infinito, a la totalidad. La religión ve en todos los seres la impronta de la infinitud. La religión es sentido y gusto por lo infinito. La religión es una actividad plenificadora, actividad límite del espíritu humano que nos confronta con lo absoluto. La religión concibe todo lo limitado como una manifestación de lo infinito. Se trata de la única actividad del espíritu que concede universalidad al hombre.
      Mediando entre lo finito y lo infinito, la religión conduce la existencia humana a su plenitud.
      Se ha de tener en cuenta que es autor de una importante obra filosófica. Pero su concepción de lo religioso como perteneciente al ámbito de la sensibilidad y la inmediatez, y su concepción de la filosofía como pensar puro, tal como se presenta en su Dialectica, hacía difícil la tarea de pensar lo religioso, de elaborar una filosofía de la religión. Por eso sus Discursos están traspasados por múltiples tensiones y aporías que son expresiones de la voluntad de su autor. Es decir, se trata de una crítica de la racionalización de la religión al mismo tiempo que una inevitable reflexión filosófica sobre la misma. Por eso intenta acercar el concepto de religión al del arte (subordinado a aquella), en concreto la música.


Entre la subjetivización religiosa y la experiencia del uno y todo. 

La religión es más amplia que la divinidad y la inmortalidad.
      A Schleirmacher se le reprocha por subjetivista, psicologista, historicismo y misticismo. También se le ha hecho el reproche opuesto de spinozismo y panteísmo (Strauss).
      Como pensador religioso es, sin duda, subjetivista. Según la inmediatez de la religión, y de la intuición y el sentimiento como órganos de la misma.
      Schleirmacher intenta fundamentar la autonomía de la religión junto al pensamiento y la acción. La insistencia en el sujeto lleva consigo la problematización del objeto.
      Los dogmas surgen con motivo de la liberación del sentido religioso. Lo que queda después es el caput mortuum del mismo. no pretende así una interpretación especulativa de los contenidos religiosos sino su interpretación en función de la conciencia religiosa.
      Primado de lo religioso en detrimento del contenido tradicional de la misma. La religión sigue en pie aun cuando su contenido se problematice o se diluya.
      En el segundo discurso, cuando trata la esencia de la religión, considera la religión como más amplia y comprehensiva que los dioses.
      La ilustración había considerado como la esencia depurada de la religión los conceptos dios e inmortalidad. Schleirmacher acepta la posibilidad de una religión sin dios. Dios no es necesario para la religión, aunque tampoco está en contradicción por ella. detrás de esta actitud está la crisis provocada por Spinoza, la crítica kantiana de la teología filosófica y la disputa del ateísmo
      El culmen de la subjetivización religiosa: la aceptación o no de la divinidad depende de la “dirección de la fantasía”.
      Pero la religión no es solo subjetivización, sino una inserción en la totalidad envolvente del universo concebido como uno y todo. (Principio organizador de la religión romántica)
      Dios solo reviste un valor regulativo (crítica kantiana). Lo decisivo es el sentimiento y la intuición del encuentro del hombre con el universo. Dios no pertenece a este nivel primario, sino al nivel de la interpretación que está en función de las disposiciones subjetivas del sujeto. El uno y todo: concepción unitaria de la realidad que engloba lo finito y lo infinito.
      En el momento del debate sobre ateísmo, la aceptación del universo no era un problema. “la vida y la acción divinas del universo no las ha negado nadie”. la apertura al uno y todo se presenta como defensa contra el solipsismo, a la que inducía en un principio su subjetivismo.
      La inmortalidad de la religión consiste en “en medio de la finitud hacerse uno con lo infinito y ser eterno en un instante”. En esta síntesis de subjetivismo e inserción en la totalidad, no falta el amor Dei intellectualis como la mejor expresión de ese sentimiento de plenitud. Amar el espíritu del mundo y contemplar su actividad, es la meta de la religión.
      Pero esta versión spinozista tiene que conciliarse con la versión joánica del cristianismo (quinto discurso). En las religiones se encentra la religión. Una religión positiva es el cristianismo. Rechaza la religión natural de los ilustrados como producto artificial de la cultura intelectualista.
      Por un lado se propugna la equivalencia de las diferentes religiones, al mismo tiempo que establece entre ellas una jerarquía y afirma un esquema evolutivo que culmina en el cristianismo. También, su historicismo tropieza con su psicologismo.