La fenomenología es para Patocka una
meditación sobre la crisis de la ciencia y de la humanidad. Completa a Husserl
con Heidegger, ya que ambos criticaron el cartesianismo y el cientificismo, el
conjunto de doctrinas ónticas que establecían el dualismo de la sustancia y
reducían el ser al ente. (este concepto fundamental de la modernidad es
criticado por la fenomenología)
Patocka
discute con Husserl y Heidegger y proclama una fenomenología asubjetiva
centrada en el aparecer (sin que algo aparezca a alguien), más allá del
realismo y del idealismo, incluso del idealismo trascendental.
Si
la fenomenología es descriptiva de fenómenos, la fenomenología profundiza en el
aparecer; éste se hace presente como la estructuración de un darse, no como
mero fenómeno. Esta estructuración incluye tres momentos: lo que aparece (el
mundo), a quien aparece (subjetividad de la relación), y el cómo del aparecer.
Patocka
también se preocupa por el sentido de la existencia finita a través de la
historia. Dynamis y energeia aristotélica.
Crítica a la fenomenología subjetiva de
Husserl:
Critica el subjetivismo de la
fenomenología trascendental por
considerar que no consigue preservar el aparecer al que nos conduce la epojé.
El aparecer es el campo fenoménico y no puede ser reconducido a la subjetividad
ante la que algo aparece, porque ella misma es solo uno de sus constituyentes.
Es más, la subjetividad desaparece en provecho de lo que aparece, y para
evitarlo, Husserl reduce éste a un ente que es obra del sujeto: Husserl hace de
lo subjetivo el modo por el que se da lo objetivo, lo fenoménico, pero
finalmente acaba convirtiendo lo subjetivo en la propiedad esencial de un ente,
del ego trascendental. El recurso a este ego no es consecuente, según Patocka,
con el descubrimiento del aparecer. Husserl postula una subjetividad
trascendental como fundamento del aparecer, mientras que los caracteres de
donación (momentos no cósicos pero sí objetivos) son vivencias inmanentes a la
conciencia. En ningún momento pone en cuestión la existencia de esa
subjetividad, sino que estas fundan, en sus Cogitatione, la certeza de la
existencia del yo ante la conciencia.
Así defiende el pensar como subjetivo los momentos fenoménicos que
llevan al objeto.
Patocka
pretende, sin embargo, estudiar el aparecer, al margen de la subjetividad
trascendental y constituyente. Debido a esta subjetividad, Husserl no podía dar
cuenta de lo fenoménico del ente trascendente. Así, la correlación entre el
ente y sus modos de donación, es decir, la intencionalidad, queda cuestionada:
concibe lo subjetivo como propiedad esencial de lo trascendente, lo cual no es
sostenible, ya que la vivencia se da en la reflexión y no es posible que así
aparezca nada más allá. Según Patocka el verdadero tema de la fenomenología
asubjetiva es el aparecer como tal; uno de sus momentos es el aparecer a
alguien, pero ese alguien no es un sujeto trascendental fundante, sino el sum, el existente, en el que está
incluido el ego
El
sum no es algo sustancial sino un modo del ser de un ente que aparece y se
aparece a sí mismo reflexivamente en el seno del mundo, aprehendiendo sus
posibilidades en contacto con los entes que no son él. Se trata de insertarse
en el mundo como resistencia. El sum no es una conciencia constituyente. Tiene
que ver más bien con la movilidad del ser desde sus posibilidades hacia su
actualidad. El ser es lo que adviene a la fenomenalización gracias al el sum,
que lo lleva a su complimiento. Este movimiento de la fenomenalización del ser
es una de las tesis ontológicas de Patocka, que consiste en que el verdadero
cumplimiento no objetivante del ser es el movimiento. Movimiento es la
característica existencial y vivencial del ser, que proporciona, además, un
sentido. Patocka, por tanto, no renuncia a la subjetividad, sino que elimina su
trascendencia. Así, la subjetividad es un polo de la estructura del aparecer y
exige a priori el mundo.
Patocka
llamará sujeto al aparecer mismo o al campo de aparición. El sujeto es un sum,
no un subjetum, es una existencia y no lo que fundamenta todo lo demás. A
diferencia del sujeto husserliano, no es una condición de posibilidad del
conocimiento, sino un resultado más. Esto no quiere decir que sea un objeto:
solo cuando el sujeto es pensado como sustrato
se identifica con un objeto.
Todo
lo que aparece lo hace ante un sujeto, pero este es solo una centralización del
campo de presencia. Solo acepta que la subjetividad es finita, no
trascendental, es decir, es integrante de la estructura del aparecer, pero no
constituyente de lo fenoménico. Esta subjetividad forma parte del mundo (como
el ego de Sartre). Su aparecer depende de ella, es una relación fenoménica no
ontológica. Se acerca a Merleau Ponty en la concepción de sujeto corporal, de
la acción, implicación en el mundo. El yo es, a la manera de Bergson, la
dimensión interna del mundo, apoyada en su exterioridad, sin la cual no podría
desarrollarse.
Influido
por la reivindicación Husserliana del mundo de la vida, afirma que el mundo que
se abre ofrece posibilidades, actuando como un a priori para la realización
concreta de la subjetividad. Este a priori es la estructura trascendental
propia del aparecer, es el marco de donación que incluye los otros dos
momentos: la subjetividad y los modos del aparecer. Frente al solipsismo
cartesiano, afirma la existencia del mundo, fenomenológicamente entendido como
una estructuración a priori en correlación con el dato originario del aparecer.
Critica
el positivismo, la matematización y el causalismo. Pues presupone una
metafísica cuya premisa es el poder y cuyo criterio es la certeza subjetiva, y
lo relaciona directamente con el capitalismo moderno y su actitud
extremadamente objetivante (de lo que es humano)
Desde
la perspectiva de Patocka el alma es “un
campo universal de generación y formación de significado”. La fenomenología
correlaciona lo vivido con la significación ideal en el mundo natural.
Reinterpreta el mundo de la vida husserliano como mundo de lo que es común a
todas las modalidades da la vida humana, como el fondo de posibilidades y
fundamento en el que se originan.
-el
mundo no está dado primariamente como una reunión de cosas, en el modo de una
conciencia ante la que éstas se constituyen, y después se agrupan en conjuntos.
Antes de esta conciencia que agrupa y sintetiza, hay una conciencia del mundo.
-la
percepción y todo darse originario del contenido del mundo natural están
ligados al cuerpo vivido. De él emanan relaciones de familiaridad a diferencia
de la donación perceptiva, que siempre lo es de individuos singulares y
aislados.
Igual
que Merleau Ponty considera que la existencia es corporal o encarnada, y que la
corporeidad es crucial para la percepción y la sensibilidad. Patocka se
enfrenta a la reducción cartesiana del cuerpo a pura extensión. sigue a Ponty
en la espacialidad del cuerpo (frente a la temporalidad de Bergson). Es
precisamente la finitud corporal la que hace que el ser humano esté abocado a
las cosas. Ese interes práctico es descrito fenomenológicamente como una
intención con sede en el sujeto, orientada según los ejes fundamentales de lo
próximo y lo lejano. El cuerpo es centro de individuación y de apertura
perceptiva, pero él no nos da el todo. La donación del todo no es intuitiva,
pero es el resultado de múltiples intuiciones. La manifestación del todo es de
un orden diferente al de los seres individuales. El fondo perceptivo posibilita
que las configuraciones se destaquen. El todo se articula en la percepción, no
es obra ni de la memoria (cuasi-presencia de lo individual) ni del pensamiento
(opera –analizar, esquematizar- mediante variaciones eidéticas que presuponen
los datos sensibles).
El
mundo es determinado por la acción de las subjetividades, lo cual lo aleja del
idealismo. El mundo se da a un sujeto, pero el mundo no es propia o enteramente
subjetivo. Las cosas se constituyen en esta no-diferenciación entre lo
subjetivo y lo objetivo.
“La
dimensión básica de la vida consiste en la búsqueda y descubrimiento del otro
en uno mismo y de uno mismo en otro” . la experiencia propia se hace objetiva
gracias a los otros (intersubjetividad)
Yo
y otro no se entienden como dos yoes, sino relacionalmente, como dos partes
activas de la situación. Es el interés por la vida práctica en común y la
orientación hacia los otros lo que impulsa a seguir y no, como en Husserl, el
flujo de la conciencia.
La epojé sin reducción:
La fenomenología sin sujeto trascendental
no ha realizado la reducción, se queda simplemente en la epojé y solo suspende la actitud natural para dar
paso a la actitud fenomenológica.
Husserl,
al establecer la subjetividad como ámbito del aparecer, subordina la epojé a la
reducción, es decir: la suspensión de la tesis de la existencia quedaba
supeditada de la revisión de los fenómenos a la subjetividad trascendental
(subjetividad más allá de los fenómenos). Husserl remite todo aparecer a su
fundamento subjetivo y lo absolutiza como el único capaz de dotarlo de certeza
(conciencia para sí misma, a la que se reduce todo aparecer)
Patocka
defiende una epojé sin reducción que lleve al aparecer como tal. Este aparecer
es trascendental, en tanto condiciona la posibilidad del aparecer del mundo o
del yo. Lo yoico es centro de organización de una estructura universal de
aparición que no es reducible a lo que se aparece en singular, porque el sí
mismo solo es confrontación con el mundo y solo así es experimentado.
La
fenomenología no es una ciencia positiva o una teoría del ente, porque se
coloca en la epojé que hace posible el reino de los fenómenos puros. Es un acto
acometido con la universalidad que aleja la mirada del ente y la dirige al ser.
El objeto de la fenomenología no es algo, sino el darse en el aparecer.
La
epojé se abstiene de creer en la realidad del mundo, pero no renuncia a sus
contenidos. Puede considerarse una reducción sin abstracción: no conduce a un
ente infinito sino a un a priori o estructura del ser que posibilita el
aparecer.
Por
la epojé accedemos al aparecer. Suspendemos lo manifiesto para ver lo que se
manifiesta y damos con las condiciones de posibilidad del aparecer. Gracias a
la universalidad de la epojé descubrimos que el sí mismo es condición de
posibilidad de lo mundano, a su vez, el mundo como horizonte primordial es la
condición de posibilidad del aparecer mismo.
La
epojé revela la actitud fenomenológica de suspensión de las tesis naturalistas,
mientras que la re-con-ducción amenaza con retornar a la subjetividad a costa
de la fenomenalidad. La epojé funda la fenomenología y no se puede prescindir
de ella.
La
epojé conduce a una ontología fundada en el modo de acceso a un ente doble: la
conciencia (incluidas las vivencias y la subjetividad) se aparece a sí misma
inmediatamente y hace aparecer todo lo otro: lo real no aparece por sí mismo,
sino por mediación de la vivencia. Patocka considera innecesario este
desdoblamiento, igual que la reducción. En cambio, cree posible una epojé
radical que no se detenga en la subjetividad, que se aplique también al sí
mismo para eliminar el poder constituyente del polo subjetivo, y poner todo
entre paréntesis. Tras la epojé radical solo queda el aparecer como tal.
La
reducción no era lo suficiente radical, pues identificaba la conciencia (una región del ser), con el poder aparecer
todo lo que aparece. Nos llevaba a la conciencia entendida como un absoluto que
se ponía a sí mismo y ponía todo lo que aparece ante sí (re-con-ducción).
Patocka defiende en cambio una epojé como puesta entre paréntesis que nos lleva
al horizonte del mundo, desde el que todo se destaca hacia un originario.
Merleau Ponty siguió esta línea
La
epojé radical testimonia la libertad humana frente a lo dado, precisamene
porque puede ser puesto entre paréntesis. La epojé es un acto de libertad
fundante y no fundado, no requiere fundamentación. Se trata de un ámbito
trascendental, pues no pertenece a lo que aparece, sino que es su condición de
aparición.
Según
Patocka, Husserl con el tiempo pretendió que la reducción pudiera permitir una
mirada pura sobre los fenómenos, pero esto desemboca en el constructivismo de
la conciencia. La segunda etapa de la puesta entre paréntesis, la reducción, le
parece a Patocka ilegítima desde el punto de vista fenomenológico, pues
conlleva el riesgo de una construcción especulativa. La fenomenología ha de
ahondar en un modo más profundo en la raíz de su objeto, que es el aparecer de
las cosas mismas, por ello propone la epojé radical.
La
epojé Husserliana como suspensión de la tesis del mundo sacaba a la existencia
el aparecer, pero completó esta etapa con lo que debiera ser su medio. Husserl
considera la fenomenalidad según la estructura de aparición de lo que aparece a
una conciencia en determinados tipos de experiencia. El fenómeno queda
determinado por una potencia de des-realización y des-objetivación, e igual
ocurre con la idea platónica separada.
Según
Patocka, ni siquiera la epojé funda la fenomenología (no es ni el comienzo ni
el fin de la reducción). Para fundarla no es suficiente la suspensión, hay que
restringir la libertad y reconducirla. Una fenomenología que se hubiera atenido
a la epojé, que no la hubiera completado con la reducción, no hubiera puesto la
conciencia como región originaria, ni desembocaría en el ego trascendental, no
recaería en el subjetivismo. Revelaría que el ego es un prejuicio y conduciría
al mundo como a priori de toda aparición, como algo originario y no como un
conjunto de realidades. Esto conlleva rechazar que la fenomenología sea ciencia
primera
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