La escuela de Atenas

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martes, 11 de octubre de 2016

J. Patocka (1907-1977). El movimiento de la existencia en una fenomenología asubjetiva.

La fenomenología es para Patocka una meditación sobre la crisis de la ciencia y de la humanidad. Completa a Husserl con Heidegger, ya que ambos criticaron el cartesianismo y el cientificismo, el conjunto de doctrinas ónticas que establecían el dualismo de la sustancia y reducían el ser al ente. (este concepto fundamental de la modernidad es criticado por la fenomenología)
                Patocka discute con Husserl y Heidegger y proclama una fenomenología asubjetiva centrada en el aparecer (sin que algo aparezca a alguien), más allá del realismo y del idealismo, incluso del idealismo trascendental.
                Si la fenomenología es descriptiva de fenómenos, la fenomenología profundiza en el aparecer; éste se hace presente como la estructuración de un darse, no como mero fenómeno. Esta estructuración incluye tres momentos: lo que aparece (el mundo), a quien aparece (subjetividad de la relación), y el cómo del aparecer.
                Patocka también se preocupa por el sentido de la existencia finita a través de la historia. Dynamis y energeia aristotélica.


Crítica a la fenomenología subjetiva de Husserl:

Critica el subjetivismo de la fenomenología trascendental  por considerar que no consigue preservar el aparecer al que nos conduce la epojé. El aparecer es el campo fenoménico y no puede ser reconducido a la subjetividad ante la que algo aparece, porque ella misma es solo uno de sus constituyentes. Es más, la subjetividad desaparece en provecho de lo que aparece, y para evitarlo, Husserl reduce éste a un ente que es obra del sujeto: Husserl hace de lo subjetivo el modo por el que se da lo objetivo, lo fenoménico, pero finalmente acaba convirtiendo lo subjetivo en la propiedad esencial de un ente, del ego trascendental. El recurso a este ego no es consecuente, según Patocka, con el descubrimiento del aparecer. Husserl postula una subjetividad trascendental como fundamento del aparecer, mientras que los caracteres de donación (momentos no cósicos pero sí objetivos) son vivencias inmanentes a la conciencia. En ningún momento pone en cuestión la existencia de esa subjetividad, sino que estas fundan, en sus Cogitatione, la certeza de la existencia del yo ante la conciencia.  Así defiende el pensar como subjetivo los momentos fenoménicos que llevan al objeto.
                Patocka pretende, sin embargo, estudiar el aparecer, al margen de la subjetividad trascendental y constituyente. Debido a esta subjetividad, Husserl no podía dar cuenta de lo fenoménico del ente trascendente. Así, la correlación entre el ente y sus modos de donación, es decir, la intencionalidad, queda cuestionada: concibe lo subjetivo como propiedad esencial de lo trascendente, lo cual no es sostenible, ya que la vivencia se da en la reflexión y no es posible que así aparezca nada más allá. Según Patocka el verdadero tema de la fenomenología asubjetiva es el aparecer como tal; uno de sus momentos es el aparecer a alguien, pero ese alguien no es un sujeto trascendental fundante, sino el sum, el existente, en el que está incluido el ego
                El sum no es algo sustancial sino un modo del ser de un ente que aparece y se aparece a sí mismo reflexivamente en el seno del mundo, aprehendiendo sus posibilidades en contacto con los entes que no son él. Se trata de insertarse en el mundo como resistencia. El sum no es una conciencia constituyente. Tiene que ver más bien con la movilidad del ser desde sus posibilidades hacia su actualidad. El ser es lo que adviene a la fenomenalización gracias al el sum, que lo lleva a su complimiento. Este movimiento de la fenomenalización del ser es una de las tesis ontológicas de Patocka, que consiste en que el verdadero cumplimiento no objetivante del ser es el movimiento. Movimiento es la característica existencial y vivencial del ser, que proporciona, además, un sentido. Patocka, por tanto, no renuncia a la subjetividad, sino que elimina su trascendencia. Así, la subjetividad es un polo de la estructura del aparecer y exige a priori el mundo.
                Patocka llamará sujeto al aparecer mismo o al campo de aparición. El sujeto es un sum, no un subjetum, es una existencia y no lo que fundamenta todo lo demás. A diferencia del sujeto husserliano, no es una condición de posibilidad del conocimiento, sino un resultado más. Esto no quiere decir que sea un objeto: solo cuando el sujeto es pensado como sustrato  se identifica con un objeto.
                Todo lo que aparece lo hace ante un sujeto, pero este es solo una centralización del campo de presencia. Solo acepta que la subjetividad es finita, no trascendental, es decir, es integrante de la estructura del aparecer, pero no constituyente de lo fenoménico. Esta subjetividad forma parte del mundo (como el ego de Sartre). Su aparecer depende de ella, es una relación fenoménica no ontológica. Se acerca a Merleau Ponty en la concepción de sujeto corporal, de la acción, implicación en el mundo. El yo es, a la manera de Bergson, la dimensión interna del mundo, apoyada en su exterioridad, sin la cual no podría desarrollarse.
                Influido por la reivindicación Husserliana del mundo de la vida, afirma que el mundo que se abre ofrece posibilidades, actuando como un a priori para la realización concreta de la subjetividad. Este a priori es la estructura trascendental propia del aparecer, es el marco de donación que incluye los otros dos momentos: la subjetividad y los modos del aparecer. Frente al solipsismo cartesiano, afirma la existencia del mundo, fenomenológicamente entendido como una estructuración a priori en correlación con el dato originario del aparecer.
                Critica el positivismo, la matematización y el causalismo. Pues presupone una metafísica cuya premisa es el poder y cuyo criterio es la certeza subjetiva, y lo relaciona directamente con el capitalismo moderno y su actitud extremadamente objetivante (de lo que es humano)
                Desde la perspectiva de Patocka  el alma es “un campo universal de generación y formación de significado”. La fenomenología correlaciona lo vivido con la significación ideal en el mundo natural. Reinterpreta el mundo de la vida husserliano como mundo de lo que es común a todas las modalidades da la vida humana, como el fondo de posibilidades y fundamento en el que se originan.
                -el mundo no está dado primariamente como una reunión de cosas, en el modo de una conciencia ante la que éstas se constituyen, y después se agrupan en conjuntos. Antes de esta conciencia que agrupa y sintetiza, hay una conciencia del mundo.
                -la percepción y todo darse originario del contenido del mundo natural están ligados al cuerpo vivido. De él emanan relaciones de familiaridad a diferencia de la donación perceptiva, que siempre lo es de individuos singulares y aislados.
                Igual que Merleau Ponty considera que la existencia es corporal o encarnada, y que la corporeidad es crucial para la percepción y la sensibilidad. Patocka se enfrenta a la reducción cartesiana del cuerpo a pura extensión. sigue a Ponty en la espacialidad del cuerpo (frente a la temporalidad de Bergson). Es precisamente la finitud corporal la que hace que el ser humano esté abocado a las cosas. Ese interes práctico es descrito fenomenológicamente como una intención con sede en el sujeto, orientada según los ejes fundamentales de lo próximo y lo lejano. El cuerpo es centro de individuación y de apertura perceptiva, pero él no nos da el todo. La donación del todo no es intuitiva, pero es el resultado de múltiples intuiciones. La manifestación del todo es de un orden diferente al de los seres individuales. El fondo perceptivo posibilita que las configuraciones se destaquen. El todo se articula en la percepción, no es obra ni de la memoria (cuasi-presencia de lo individual) ni del pensamiento (opera –analizar, esquematizar- mediante variaciones eidéticas que presuponen los datos sensibles).
                El mundo es determinado por la acción de las subjetividades, lo cual lo aleja del idealismo. El mundo se da a un sujeto, pero el mundo no es propia o enteramente subjetivo. Las cosas se constituyen en esta no-diferenciación entre lo subjetivo y lo objetivo.
                “La dimensión básica de la vida consiste en la búsqueda y descubrimiento del otro en uno mismo y de uno mismo en otro” . la experiencia propia se hace objetiva gracias a los otros (intersubjetividad)
                Yo y otro no se entienden como dos yoes, sino relacionalmente, como dos partes activas de la situación. Es el interés por la vida práctica en común y la orientación hacia los otros lo que impulsa a seguir y no, como en Husserl, el flujo de la conciencia.


La epojé sin reducción:

La fenomenología sin sujeto trascendental no ha realizado la reducción, se queda simplemente en la epojé  y solo suspende la actitud natural para dar paso a la actitud fenomenológica.
                Husserl, al establecer la subjetividad como ámbito del aparecer, subordina la epojé a la reducción, es decir: la suspensión de la tesis de la existencia quedaba supeditada de la revisión de los fenómenos a la subjetividad trascendental (subjetividad más allá de los fenómenos). Husserl remite todo aparecer a su fundamento subjetivo y lo absolutiza como el único capaz de dotarlo de certeza (conciencia para sí misma, a la que se reduce todo aparecer)
                Patocka defiende una epojé sin reducción que lleve al aparecer como tal. Este aparecer es trascendental, en tanto condiciona la posibilidad del aparecer del mundo o del yo. Lo yoico es centro de organización de una estructura universal de aparición que no es reducible a lo que se aparece en singular, porque el sí mismo solo es confrontación con el mundo y solo así es experimentado.
                La fenomenología no es una ciencia positiva o una teoría del ente, porque se coloca en la epojé que hace posible el reino de los fenómenos puros. Es un acto acometido con la universalidad que aleja la mirada del ente y la dirige al ser. El objeto de la fenomenología no es algo, sino el darse en el aparecer.
                La epojé se abstiene de creer en la realidad del mundo, pero no renuncia a sus contenidos. Puede considerarse una reducción sin abstracción: no conduce a un ente infinito sino a un a priori o estructura del ser que posibilita el aparecer.
                Por la epojé accedemos al aparecer. Suspendemos lo manifiesto para ver lo que se manifiesta y damos con las condiciones de posibilidad del aparecer. Gracias a la universalidad de la epojé descubrimos que el sí mismo es condición de posibilidad de lo mundano, a su vez, el mundo como horizonte primordial es la condición de posibilidad del aparecer mismo.
                La epojé revela la actitud fenomenológica de suspensión de las tesis naturalistas, mientras que la re-con-ducción amenaza con retornar a la subjetividad a costa de la fenomenalidad. La epojé funda la fenomenología y no se puede prescindir de ella.
                La epojé conduce a una ontología fundada en el modo de acceso a un ente doble: la conciencia (incluidas las vivencias y la subjetividad) se aparece a sí misma inmediatamente y hace aparecer todo lo otro: lo real no aparece por sí mismo, sino por mediación de la vivencia. Patocka considera innecesario este desdoblamiento, igual que la reducción. En cambio, cree posible una epojé radical que no se detenga en la subjetividad, que se aplique también al sí mismo para eliminar el poder constituyente del polo subjetivo, y poner todo entre paréntesis. Tras la epojé radical solo queda el aparecer como tal.
                La reducción no era lo suficiente radical, pues identificaba la conciencia  (una región del ser), con el poder aparecer todo lo que aparece. Nos llevaba a la conciencia entendida como un absoluto que se ponía a sí mismo y ponía todo lo que aparece ante sí (re-con-ducción). Patocka defiende en cambio una epojé como puesta entre paréntesis que nos lleva al horizonte del mundo, desde el que todo se destaca hacia un originario. Merleau Ponty siguió esta línea
                La epojé radical testimonia la libertad humana frente a lo dado, precisamene porque puede ser puesto entre paréntesis. La epojé es un acto de libertad fundante y no fundado, no requiere fundamentación. Se trata de un ámbito trascendental, pues no pertenece a lo que aparece, sino que es su condición de aparición.
                Según Patocka, Husserl con el tiempo pretendió que la reducción pudiera permitir una mirada pura sobre los fenómenos, pero esto desemboca en el constructivismo de la conciencia. La segunda etapa de la puesta entre paréntesis, la reducción, le parece a Patocka ilegítima desde el punto de vista fenomenológico, pues conlleva el riesgo de una construcción especulativa. La fenomenología ha de ahondar en un modo más profundo en la raíz de su objeto, que es el aparecer de las cosas mismas, por ello propone la epojé radical.
                La epojé Husserliana como suspensión de la tesis del mundo sacaba a la existencia el aparecer, pero completó esta etapa con lo que debiera ser su medio. Husserl considera la fenomenalidad según la estructura de aparición de lo que aparece a una conciencia en determinados tipos de experiencia. El fenómeno queda determinado por una potencia de des-realización y des-objetivación, e igual ocurre con la idea platónica separada.

                Según Patocka, ni siquiera la epojé funda la fenomenología (no es ni el comienzo ni el fin de la reducción). Para fundarla no es suficiente la suspensión, hay que restringir la libertad y reconducirla. Una fenomenología que se hubiera atenido a la epojé, que no la hubiera completado con la reducción, no hubiera puesto la conciencia como región originaria, ni desembocaría en el ego trascendental, no recaería en el subjetivismo. Revelaría que el ego es un prejuicio y conduciría al mundo como a priori de toda aparición, como algo originario y no como un conjunto de realidades. Esto conlleva rechazar que la fenomenología sea ciencia primera

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