La escuela de Atenas

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sábado, 15 de octubre de 2016

Leibniz. La substancia. Substancias símples o mónadas. entelequias y materia prima. La extensión. El cuerpo y la substancia corpórea. la relación cuerpo-alma

La substancia.

Leibniz no obtuvo su idea de substancia a partir de su análisis de las proposiciones, ni pensaba que nuestra convicción de que hay substancias fuese una consecuencia de las formas del lenguaje.
                “creo que tenemos una idea clara, pero no distinta, de substancia, que procede de que tenemos el sentimiento interno de que somos substancias”. No es verdad que derivase la idea de substancia mediante una argumentación a partir de la forma sujeto-predicado de la proposición.
                Leibniz conectó su idea de substancia con sus estudios lógicos. Según Russell, Leibniz definió su idea substancia en dependencia de esa relación lógica (sujeto-predicado)
                Leibniz conecta su metafísica de la substancia con la forma sujeto-predicado de la proposición. Términos metafísicos como soporte o substrato indican que varios predicados son concebidos como perteneciendo a un mismo sujeto.
                Una substancia no es simplemente el sujeto de predicados: también pertenece a la noción de substancia el que ésta sea un sujeto duradero, del cual se predican sucesivamente atributos diferentes. Nuestra idea de una substancia que dura se deriva de la experiencia interna (yo permanente). Pero tiene que haber una razón a priori para la persistencia de una substancia (además de la razón a posteriori suministrada por nuestra auto-continuidad duradera)
                La razón a priori es que los atributos del momento y mi estado anterior, y mis atributos del momento y mi estado posterior, son predicados del mismo sujeto. El predicado está en el sujeto, se encuentra en la noción de sujeto. Leibniz conecta así la persistencia de las substancias bajo los accidentes o modificaciones cambiantes, con la inclusión virtual de los predicados en los sujetos
                Una substancia es un sujeto que virtualmente contiene todos los atributos que pueden ser predicados del mismo. Esta tº de la inclusión de los predicados en los sujetos significa que todos los accidentes de una substancia están virtualmente contenidos en ésta (experimento del gato en la caja con un recipiente de gas-tº de los universos paralelos¡¿).
                La actividad es una característica esencial de la substancia. Aun cuando el sujeto pasa de un estado a otro al desarrollar sus potencialidades, no deja de ser el mismo sujeto que posee una tendencia a su autodesarrollo.
                Aunque un sistema diferente de cosas podría haber sido creado por dios “la actividad de la substancia es de necesidad metafísica y habría ocurrido en cualquier sistema”. “una substancia no puede existir sin acción”. Leibniz  no derivó su noción de la substancia como esencialmente activa a partir de la inclusión virtual de los predicados en el sujeto; pero sí conectó su tº de la relación sujeto-predicado con la tº de la substancia activamente auto-desplegante. Lógica y metafísica constituyen dos aspectos de la filosofía de Leibniz.           

Substancias simples o mónadas.

Puso el origen psicológico de la idea de substancia en conexión con la consciencia de sí
                Concibe la substancia en general aceptando que “al pensar un color tenemos dos pensamientos muy diferentes, el color y el yo que piensa” y otros seres también pueden decir “yo”.
                Es también la consideración del mismo yo lo que proporciona otras nociones metafísicas, como las de causa, efecto, acción, semejanza… e incluso las de la lógica y la ética. Existen verdades de hecho primitivas, así como verdades de razón primitivas. La proposición “yo existo” es una verdad de hecho primitiva, una verdad inmediata. Las verdades de hecho primitivas son “experiencias internas inmediatas de una inmediatez de sentimiento.” No son proposiciones necesarias, sino fundadas en una experiencia inmediata.
                Es cierto que existo y tengo consciencia de mi unidad. De ahí derivo la idea general de substancia como una unidad. Al mismo tiempo, la conexión de idea de substancia con la consciencia de sí del yo, se presenta contra la concepción espinoziana de una substancia única de la cual yo solo soy un modo.
                En Leibniz, la viva consciencia de la individualidad espiritual le aleja de Spinoza. No existe ningún argumento que pueda corroborar la existencia del mundo sensible, mientras que la realidad espiritual es más cierta que ésta.  El que los fenómenos parezcan estar sometidos a la causalidad no implica la real existencia de tales fenómenos. Estamos moralmente, y no metafísicamente, seguros de que existen los objetos sensibles.
                Los cuerpos visibles sensibles son divisibles, agregados o compuestos. Eso significa que los cuerpos están compuestos de substancias simples, sin partes. “tiene que haber substancias simples, ya que hay substancias complejas”. Las substancias simples, de las que están compuestas todas las cosas empíricas, son denominadas mónadas. “son los verdaderos átomos de la naturaleza, los elementos de las cosas”.
                Estos átomos o mónadas no se parecen a los de Demócrito o Epicuro: la mónada no tiene partes, no posee extensión, figura ni divisibilidad. Una substancia simple no puede ser extensa, puesto que simplicidad y extensión son incompatibles. Las monadas no pueden entrar en la existencia de otro modo que por creación, ni pueden perecer de otro modo que por aniquilación.
                Las substancias compuestas pueden entrar en la existencia y perecer por agregación y disolución de las mónadas. Las monadas no admiten tales procesos.
                Mientras que los atomistas concibieron en primer lugar los átomos, y después interpretaron el alma en términos de la tº atómica, como compuesta de un tipo especial de átomos, puede decirse que Leibniz concibe la mónada por analogía con el alma. porque cada mónada es en algún sentido una substancia espiritual
                Aunque las monadas son sin extensión y sin diferencias de cantidad y figura, tienen que ser, según la tº de la identidad de los indiscernibles, cualitativamente distinguibles. Difieren en el grado de percepción y apetición que posee cada una de ellas. Cada mónada se distingue cualitativa e intrínsecamente. Sin embargo, el universo es un sistema organizado y armonioso en el que hay una variedad infinita de substancias que se combinan para formar una armonía perfecta.
                Cada mónada se desarrolla según su propia ley y constitución interior. Ningúna mónada es susceptible de incremento o disminución por la actividad de otras mónadas. Cada mónada está dotada de algún grado de percepción, en este sentido refleja el universo, el sistema total, a su propio modo
                Leibniz reafirma la existencia de una pluralidad de substancias individuales, en este punto está de acuerdo con Descartes. Pero estuvo en desacuerdo en la concepción de la materia como extensión geométrica. La masa corpórea es un agregado, y tenemos que postular unidades substanciales reales: los cuerpos no pueden estar compuestos solo por puntos geométricos. “si no hubiese unidades substanciales reales no habría nada substancial o real en la masa”
                Leibniz jugó por algún tiempo con la tº atómica, pero se convenció del carácter insatisfactorio de esta tº. Porque los átomos de Demócrito y Epicuro no eran verdaderas unidades. Al poseer tamaño y figura no podían ser los factores últimos descubribles: aun cuando se postulase su indivisibilidad física, seguirían siendo divisibles en principio.
                Los constitutivos últimos de las cosas tienen que ser puntos, pero no putos matemáticos. Estos puntos metafísicos son lógicamente anteriores al cuerpo, y se conciben por analogía con las almas. Las unidades substanciales se distinguen unas de otras por su grado de percepción y apetito que poseen. Frecuentemente los llamó almas para referirse a la mónada en general, que significa aquello que es uno.


Entelequias y materia prima

Un punto de importancia: cada mónada es principio y fuente de sus actividades; no es inerte, sino que tiene una tendencia interna al auto-desarrollo. Fuerza, energía y actividad son de la esencia de la substancia.
                La substancia puede ser definida como un ser capaz de acción. Pero la substancia no es simplemente actividad. En la mónada hay un principio de actividad o una fuerza primitiva.
                Leibniz reintroduce así la idea de entelequia o “forma substancial”. Al formular el concepto de unidad substancial en la que se contiene un principio activo, topa con lo que llama fuerzas primitivas (entelequias primeras según Aristóteles). Esta naturaleza consiste en fuerza. el nombre entelequia podría darse a todas las substancias simples o mónadas creadas, porque estas tienen en sí mismas una cierta perfección.
                Hay una cierta suficiencia que las hace fuente de sus acciones internas (autómatas incorpóreos). Esta entelequia o forma substancial no tiene que concebirse como una mera potencialidad para obrar, que requiera un estímulo externo que la haga activa: contiene lo que Leibniz llama un conatus o tendencia positiva a la acción, que se cumple por sí misma inevitablemente, a menos que sea obstaculizada.
                Es necesario distinguir la fuerza activa primitiva de la fuerza activa derivativa, la cual es una tendencia a algún movimiento determinado por el cual la fuerza primitiva es modificada.
                La mención de la fuerza primitiva no basta para la explicación de los fenómenos: no es una explicación suficiente atribuir un cambio fenoménico a su forma substancial. Leibniz está de acuerdo en que la doctrina de las formas no debe emplearse para determinar las causas particulares de los acontecimientos o de las cosas sensibles. (nociones metafísicas generales no proporcionan respuestas adecuadas a problemas científicos)
                Por otra parte, Leibniz se declara defensor de la tº de las formas aristotélicas, aunque la interpreta en términos dinámicos, de fuerza o energía. Al reintroducir las formas substanciales o entelequias, no volvió la espalda a la concepción mecanicista moderna de la naturaleza, aunque la consideró insuficiente. Insistió en que la concepción finalista y mecanicista son complementarias


Cada mónada  contiene un principio de actividad o forma substancial, pero ningúna mónada creada está carente de un componente pasivo, que Leibniz denomina “materia prima o primera”.
                Leibniz utilizó los términos materia, materia prima, y materia secundaria en varios sentidos y en diferentes contextos.
                La materia prima, tal como es atribuida a toda mónada creada, no ha de entenderse como conteniendo corporeidad. “La materia prima no consiste en masa o impenetrabilidad y extensión, aunque tenga exigencia de ello”. Pertenece a la esencia de la substancia creada y es más afín a la potencia o potencialidad escolástica que a la materia en sentido ordinario.
                “Aunque dios puede privar a la substancia de materia secundaria, no puede privarla de materia prima, porque entonces la haría ser acto puro, lo cual solo es él”. Decir que en toda substancia creada hay materia prima es decir que la substancia creada es limitada e imperfecta, y esa imperfección y pasividad se manifiesta en percepciones confusas.
                Las mónadas no son puras fuerzas: son los fundamentos no solo de las acciones sino también de las resistencias o pasividades, y sus “pasiones” se hallan en percepciones confusas.


La extensión

 La realidad consta de mónadas, cada una de las cuales es un punto metafísico inextenso. Pero estas mónadas se combinan para formar substancias compuestas. ¿cómo es que el cuerpo extenso consta de mónadas inextensas? La extensión dice Leibniz, es una noción reducible y relativa: es reducible a pluralidad, continuidad y coexistencia o existencia de partes al mismo tiempo.
                La extensión es una noción derivada y no primitiva: no puede ser un atributo de la substancia (los cartesianos lo concibieron precisamente como primitivo y constituyente de la substancia). La extensión es más el modo en que percibimos las cosas que un atributo de las cosas mismas. Pertenece al orden fenoménico.
                La extensión es “una cierta repetición indefinida de cosas en tanto que son similares unas a otras o indiscernibles”. Como ya hemos visto, no hay dos monadas que sean indiscernibles. Pero para representar la multiplicidad hay que representárselas como similares, y en ese grado, como indiscernibles (hay que repetirlas). Pero eso supone que poseen alguna cualidad que es repetida, o como lo expresa Leibniz, difundida. Esa cualidad es la resistencia, que es la esencia de la materia e implica impenetrabilidad. Ahoa Leibniz emplea el término materia prima en el sentido de principio pasivo de la substancia.
                “la resistencia de la materia contiene dos cosas, la impenetrabilidad o antitipia, y la resistencia o inercia; y en ellas sitúo la naturaleza del principio pasivo o materia”
                “la fuerza pasiva constituye la materia o masa. La fuerza pasiva es aquella resistencia por la cual un cuerpo se resiste no solamente a la penetración, sino también al movimiento. Así, hay en él dos resistencias o masas: antitipia e inercia.
                Si partimos de la concepción de muchas mónadas, podemos considerar el elemento pasivo en las mismas (materia prima), consitente en la impenetrabilidad e inercia. Al considerar solo una cualidad, consideramos las mónadas “como repetidas”, en la medida en que son indiscernibles. Y la extensión es la repetición indefinida de las cosas en la medida en que son similares o indiscernibles. Estamos en la esfera de la abstracción. El concepto de materia prima es una abstracción, porque la pasividad es solamente uno de los principios constitutivos de la substancia. La extensión es una nueva abstracción, porque extensión como repetición indefinida presupone la abstracción de la materia prima.


Cuerpo y substancia corpórea

La idea de materia  prima no es lo mismo que la idea de cuerpo. La materia prima es pasividad. El cuerpo comprende fuerza activa además de pasividad. Si los principios activo y pasivo se toman juntos tenemos “la materia considerada como un ser completo (esto es, materia secundaria, a diferencia de la materia primaria puramente pasiva, incompleta)
                La materia secundaria es la materia considerada en tanto que dotada de fuerza activa (cuerpo). la materia es aquello que consiste en “antitypia”, o aquello que se resiste a la penetración-así la nuda materia es meramente pasiva. “el cuerpo, en cambio, además de materia posee fuerza activa”
                Leibniz también llama masa a la materia secundaria: un agregado de mónadas. También lo llama cuerpo orgánico o máquina orgánica.
                Ahora bien. lo que hace a un cuerpo ser orgánico (cuerpo unificado en lugar de un mero agregado o colección accidental de mónadas) es la posesión de una mónada dominante que obra como la entelequia o forma substancial del cuerpo orgánico. Este compuesto de la mónada dominante y el cuerpo orgánico es llamado por Leibniz substancia corpórea.
                -alma o entelequia primitiva
                -materia primaria o fuerza pasiva primitiva
                -mónada, completada por las dos anteriores
                -masa o materia secundaria, o máquina orgánica, a la que concurren innumerables mónadas subordinadas.
                -el animal, substancia corpórea, del que la mónada dominante hace una sola máquina.
               

Leibniz no emplea consecuentemente los términos. Hay ciertos puntos que sí están bastante claros.
                Las realidades últimas son las mónadas o substancias simples. Éstas son indivisibles: lo que percibimos son agregados de monadas. Cuando un agregado tiene una mónada dominante, es un cuerpo orgánico, y forma junto con la mónada dominante la substancia corpórea.
                (un animal, substancia corpórea, no es un mero agregado de mónadas. El significado que tiene que una mónada domine sobre un cuerpo orgánico difícilmente puede ser considerado aparte del tema de la percepción. En cada substancia corpórea, en toda masa o agregado, hay, según Leibniz, un número infinito de mónadas)
                En cierto sentido Leibniz afirmó la existencia de un infinito actual, o de infinidades actuales. “estoy tan a favor del infinito actual que, en lugar de admitir que la naturaleza le tiene horror, como suele decirse, yo sostengo que la afecta por todas partes, para realizar mejor las perfecciones de su autor. No hay parte alguna de la materia que no sea, no digo ya divisible, sino real y actualmente dividida. Y en consecuencia, la menor de las partículas tiene que ser considerada como un mundo lleno de infinidad de criaturas diferentes”
                Pero Leibniz no admitía que a partir de ahí se pudiera concluir que en un agregado existe un número actualmente infinito de mónadas: porque no hay número infinito. Decir que hay una infinidad de mónadas es decir que siempre hay más que pueden ser atribuidas al agregado. “No obstante mi calculo infinitesimal, no admito un verdadero número infinito, aunque confieso que la multitud de las cosas sobrepasa cualquier número finito, o, mejor dicho, cualquier número”
                A partir de la afirmación de que en cualquier agregado hay una infinidad de mónadas no puede sacarse la conclusión de que todos los agregados son iguales. Porque hablar de números infinitos iguales carece de sentido. El agregado no es un todo infinito hecho de un número infinito de partes. Solamente hay un verdadero infinito, y este es “el absoluto, que es anterior a toda nuestra composición, y no está formado por adiciones de partes. Leibniz hace referencia al “infinito sincategoremático y el categoremático de “las escuelas”, señalando que el infinito se encuentra más allá de los números.
                Las substancias, en el sentido de agregados de mónadas, son para Leibniz fenoménicas. “porque todo, excepto las mónadas componentes, es añadido por la percepción a partir del hecho de que aquellas sean percibidas.”
                Decir que los agregados son fenómenos no equivale a decir que son sueños o alucinaciones.  Son fenómenos bien fundados, cuya base real es la coexistencia de las mónadas de las que son agregados. Lo que quiere decir es que las cosas, que aparecen a los sentidos como unitarias, son realmente agregados de sustancias simples inextensas. El mundo de la percepción sensible y el de la ciencia es fenoménico. Las mónadas o realidades últimas no son fenoménicas: no aparecen a la percepción sino que son conocidas por un proceso de análisis filosófico.


Alma y cuerpo

La relación del alma y el cuerpo es la de una mónada dominante a una reunión de mónadas. No es fácil dar una interpretación de esto. Ideas básicas:
                -el alma humana es una substancia inmaterial
                -el cuerpo humano consta de mónadas inmateriales
                -la corporalidad del cuerpo es un fenómeno bien fundado
                -no hay interacción en sentido de influencia física directa entre las mónadas que componen el ser humano.
                -la armonía o el acuerdo entre los cambios de las mónadas individuales que componen el ser humano se debe a la armonía preestablecida
                -la relación entre el alma humana o mónada dominante y las mónadas que componen el cuerpo tiene que ser explicada de modo que alma y cuerpo componen un solo ser, y que el alma gobierna el cuerpo.

“se dice que la criatura actúa externamente en la medida en que es perfecta, y sufre la acción de otra en la medida en que es imperfecta, así se atribuye acción a la mónada en la medida en que tiene percepciones distintas, y pasión en la medida en que tiene percepciones confusas.” En la medida en que el alma tiene percepciones distintas, es activa. En la medida en que las mónadas que constituyen el cuerpo tienen percepciones confusas, son pasivas. El cuerpo está sometido al alma, el alma dirige el cuerpo.
                Aunque no hay interacción en sentido estricto entre alma y cuerpo, los cambios en las mónadas inferiores que componen el cuerpo tienen lugar, según la armonía preestablecida, en vistas a los cambios que tienen lugar en el alma, que es una mónada superior. El alma obra de acuerdo con su juicio sobre la mejor cosa que hacer, y su juicio es objetivo en proporción a la claridad y distinción de sus percepciones. El alma es perfecta en la medida en que tiene percepciones claras. Los cambios en las mónadas inferiores que componen el cuerpo son correlacionados por dios con los cambios en la mónada superior o alma. El alma, en virtud de su mayor perfeccionamiento, domina el cuerpo y actúa sobre él. “una cosa es más perfecta que otra porque en ella se encuentra lo que sirve para explicar a priori lo que tiene lugar en la otra y de ese modo se dice que actúa sobre ella.”   
                Si hablamos de que el cuerpo actúa sobre el alma, lo que significa es que el alma tiene percepciones confusas y no claras. En la medida en que el alma tiene percepciones confusas se dice que es pasiva, y que es influida por el cuerpo. sigue sin haber interacción física.

Ahora bien, el cuerpo humano no está siempre compuesto por las mismas mónadas. Siempre se está desprendiendo de unas y ganando otras. ¿En qué sentido es legítimo hablar de cuerpo como una cambiante reunión de mónadas? ¿Cuál es el vínculo peculiar que une las mónadas que componen el cuerpo de A al alma de A, y no como cuerpo de B?
                -cierto equipo cambiante de mónadas forman el cuerpo de A en la medida en que las variaciones que ocurren en dichas mónadas  tienen sus razones a priori en las variaciones que ocurren en la mónada dominante que es el alma de A
                -las mónadas que componen el cuerpo humano tienen puntos de vista o percepciones que, de acuerdo con la armonía preestablecida, se parecen, aunque confusamente, o se aproximan al punto de vista de la mónada dominante, y que tienen así una peculiar relación a ésta.
                -para decir que tales mónadas y no otras componen el cuerpo de A, tiene que ser que los cambios en un equipo de mónadas, y no los cambios en otro equipo, son explicables en términos de causalidad final por referencia a los cambios que se dan en el alma de A.
                Leibniz habla de un vínculo substancial que une a las mónadas para formar una substancia. En una carta de 1907, en respuesta al padre Bosses Leibniz sugirió que “su transubstanciación” podría explicarse “en mi filosofía” diciendo que las mónadas que componen el pan son suprimidas en lo que respecta a sus fuerzas primitivas activa y pasiva, y en su lugar se da la presencia de las mónadas que componen el cuerpo de cristo, aunque permanecen las fuerzas derivativas de las mónadas que componen el pan (para tener en cuenta el dogma de que los accidentes del pan permanecen después de la transubstanciación) en cartas posteriores, Leibniz propuso la tº del vínculo substancial: así, en otra carta de 1712 sice que “su transubstanciación” puede explicarse sin suponer que las mónadas que componen el pan sean suprimidas. En vez de eso, el vínculo substancial del pan es destruido, y el vínculo substancial del cuerpo de cristo es aplicado a las mismas mónadas que anteriormente estuvieron unidas por el vínculo substancial del pan. Subsistirán, sin embargo, los fenómenos del pan y el vino.  
                Leibniz también dice “nosotros que rechazamos la transubstanciación no tenemos necesidad de tales teorías”. No se puede concluir que Leibniz sostuviese la tº del vinculo substancial. No obstante, él declara que distinguía entre un cuerpo inorgánico, que no es propiamente una substancia, y el cuerpo orgánico natural, que junto con su mónada dominante, forma una verdadera substancia o unum per se. Y es difícil ver como ese empleo del lenguaje escolástico está realmente autorizado por la tº de las mónadas.

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