La quiebra del pensamiento
dogmático.
· En la Reforma, iniciada por Lutero, lo sagrado
reduce su ámbito. Los siete sacramentos se reducen a dos (bautismo y
eucaristía); una eucaristía devaluada pues se niega la transubstanciación. Los
milagros pierden importancia pues en la vida religiosa sólo hay dos polos: La
realidad trascendente de Dios y la humanidad caída. En una Europa devastada por
las guerras religiosas y el terror de los Tribunales de Inquisición, mientras
el católico encuentra numerosos “consuelos” eclesiales, sólo la Biblia (para
Lutero, un libro fácil de interpretar) es un consuelo que mitiga la solitaria
vida religiosa del protestante.
· En la Modernidad el cambio es radical: La Biblia no
parece ya un libro fácil ni coherente; es susceptible de variadas y
contradictorias interpretaciones llevadas a cabo por la investigación histórica
y crítica.
Es en estas circunstancias en las que surge la
Filosofía de la religión en el siglo XVIII. Va a propugnar una reflexión libre,
objetiva y distanciada, casi siempre, del hecho religioso. Nace, pues, con una
decidida vocación emancipatoria y con el propósito de hacer “uso público” de la
razón. El contenido pasa a ser más importante que el poder y prestigio de la
autoridad que la respalda.
Giro antropológico
El universo religioso gira alrededor de dos polos:
Dios y hombre. Hegel señaló que la teología natural se ocupaba de Dios y la
Filosofía de la religión del hombre. Lo antropológico es, pues, característica
fundamental de la Filosofía de la religión. Tras muchos siglos, existía un
cansancio natural de especular sobre Dios y se centró la mirada en el hombre.
Este giro antropológico se debe a varios nombres:
· Lessing. Famosa es su sentencia: Si Dios me diese a
elegir entre la verdad consumada y la búsqueda de la verdad, elegiría esta
última. Está, pues, a favor de la búsqueda humilde, honrada y persistente de la
verdad. Sitúa al hombre en el centro de su pensamiento. Afirma que lo
importante para un creyente es lo que siente y lo que experimenta, la fe vivida
y no las discusiones teóricas de filósofos y teólogos fanáticos de la
revelación bíblica: La Biblia no es la religión; relativiza, pues, la Biblia y,
por ello, a la teología revelada. Ataca a la teología natural en beneficio de
la Filosofía de la religión.
· Herder sitúa al hombre en el centro de su
pensamiento. Como el hombre no es un ser abstracto, la filosofía no debe
trabajar sólo con definiciones abstractas. Es partidario de favorecer la
experiencia, los signos, las imágenes, la intuición, la contemplación. Toda
verdad debe someterse a experimentación, por lo que es necesario ver y sentir a
Dios. Ataca, pues, al racionalismo ilustrado de su época; la filosofía,
sostiene, no sirve a la hora de originar el sentimiento religioso en los
hombres. La religión tiene que ver con el hombre en su totalidad y no sólo con
una de sus dimensiones: La razón.
· Kant. Su proyecto es profundamente humanista: El
hombre es el centro de todo. Heidegger señala como Kant vincula íntimamente
metafísica y antropología al afirmar que las grandes preguntas que el hombre se
hace son: ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo esperar?.
· Schleiermacher. El centro de su pensamiento es el
sentimiento religioso del hombre. Ni la razón, ni el pensamiento, ni los
evangelios, ni la Iglesia conducen a Dios; el único camino es el propio hombre
abierto a la emoción, a la sensibilidad, a la mística, a la piedad, a la
devoción (teología del sentimiento). Hegel le criticará por enfatizar el
valor del sentimiento en perjuicio del valor de la razón. Pero es que
Schleiermacher no quiere conocer a Dios, sino sentirlo. Cree que la esencia de
la religión no es ni pensar ni actuar, sino intuir y sentir. La religión
no pretende explicar el universo sino admirarlo y sobrecogerse. No es necesario
probar la existencia de Dios, pues se le siente espontáneamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario