La escuela de Atenas

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domingo, 25 de septiembre de 2016

Sartre. Ontología fenomenológica: el Ser y la Nada

En la Trascendencia del Ego “la conciencia es un ser cuya esencia implica su existencia”. Esto solo es aplicable a la conciencia de primer grado, equivale a decir que la conciencia de un objeto siempre es autoconciencia.
                En el Ser y la Nada invierte los términos y afirma que la conciencia de un objeto siempre es una forma de autoconciencia personal. Sigue prescindiendo del yo trascendental y entendiendo la conciencia como condición de toda posibilidad.
                Influido por Heidegger y Hegel, entiende ahora esta conciencia como dotada de ipseidad, esto es, deviene para-sí. El Ego es trascendente a la conciencia, es un en-sí; mientras que la conciencia es un para-sí. La conciencia que tengo del Yo no lo agota, y tampoco es lo que lo hace existir.
                Sartre diferencia así entre la conciencia (inmanencia, transparencia para sí misma) con la cosa (opaca). Considera que Husser no supo marcar con precisión esta diferencia, pues se concentró en la hylé (materia conscientemente aprehendida)
                En conclusión: la totalidad del ser-en-el-mundo se constituye por las dos regiones del ser: el ser en-sí (plena positividad), y el ser para-sí (conciencia)

Concepción general de la obra

Esta obra contiene la concepción existencialista del ser humano individuado y libre. Lo que define a este ser es la conciencia o el Para-sí. Éste no constituye el En-sí, salvo en cuanto que se encuentra en relación mediata con él.
             La reflexividad de la conciencia (como para-sí) tiene como finalidad la constante nihilización del en-sí, en el esfuerzo vano de la realización del en-sí-para-sí. El ser del para-sí es siempre a distancia. El para sí es una pura “relación” consigo mismo (como negatividad del ser de las cosas en-sí-negación de lo que el mundo imprime a la conciencia)
            El Ser y la Nada se propone como una ontología fenomenológica (pasa de la psicología a la ontología), porque descubre estructuras ontológicas a partir de los análisis fenomenológicos. En tanto la relación que el ser mantiene con los fenómenos, se descubre la estructura de la conciencia y la relación que entabla consigo misma como temporalización que la saca de sí, y como nihilización. La conciencia sigue siendo intencional, en la medida en que trasciende para alcanzar su objeto.
              Sartre adopta el a priori entre conciencia y objeto, de modo que rechaza la subjetividad pura de la fenomenología. La conciencia no es ni la subjetividad ni la inmanencia absoluta, sino la trascendencia (dirección del ser que lo convierte en algo en-sí.
           La prueba ontológica se extrae del ser pre-reflexivo, de la intencionalidad de la conciencia hacia este ser, y de la constatación de que la conciencia es eso mismo. La intencionalidad es interpretada como una relación ontológica (no de conocimiento o correlación) entre sujeto-objeto. La conciencia y el ser-en-sí cobran un estatuto ontológico: puesto que la conciencia no se reduce a conocimiento, el problema ontológico no es un asunto epistemológico
               La teoría ontológica: concibe la conciencia como intencionalidad hacia las cosas. Uno de los modos de esta es el conocimiento, la conciencia puede conocer, pero ella misma no es simple conocimiento de sí. Sartre ve en la intencionalidad de la conciencia un fenómeno del ser y no del intelecto. Éste le parece insuficiente porque el ser de los fenómenos no se reduce a los fenómenos del ser. El ser nunca se revela enteramente en sus apariciones: no es nouménico sino trasfenoménico. El ser se anuncia en el fenómeno, como siendo más allá de dicho fenómeno.
         Sartre valora la fenomenología por la superación, mediante el fenómeno, de los dualismos clásicos (ser y aparecer, potencia y acto, interior y exterior…). La fenomenología los resuelve con el monismo del fenómeno: todo es acto.
              Husserl: la superación del fenómeno mediante la reducción eidética, hacia su esencia
             Heidegger: la realidad es óntico-ontológica, capaz de trascender el fenómeno hacia su ser. El existente era la serie de apariciones que pone de manifiesto el ser del fenómeno
             Sartre se acerca a la ontología heideggeriana, pero no aspira a que ésta sea fundamental (que se concentre en el sentido del ser), sino a analizar el ser a través de la realidad humana
            Volviendo a su ontología: el fenómeno del ser es el ser que se revela a l conciencia, mientras que el ser del fenómeno es aprehendido por ella como inevitable objetividad. El ser únicamente se manifiesta en el fenómeno, pero lo hace como ser trasfenoménico (de la conciencia)
         Sartre asume la intencionalidad Husserliana para dar a la conciencia la responsabilidad y eliminar los contenidos imaginarios. La conciencia es intencional, no por ser constituyente, sino por ser esencialmente una relación con un ser trascendente a ella, y lo es por necesidad, porque la conciencia carece de contenido, de ser, es vacía: nada. Su estatuto ontológico es el no-ser, o el ser fuente de nihilización
               En conclusión: la prueba ontológica de que la conciencia está dirigida hacia un ser que no es ella, arroja como conclusión que hay dos regiones del ser: el ser en-sí y el ser para-sí (el ser masivo y opaco para sí mismo del mundo, y el ser traslúcido y libre de la conciencia). Ambas regiones están “absolutamente separadas”, dando lugar respectivamente al cógito pre-reflexivo y al ser del fenómeno. Así cree Sartre haber superado tanto la solución realista como la idealista.
                El fenómeno es para nosotros, se nos aparece, pero su ser es puramente en-sí. Sartre piensa que hay que partir del cógito, con la condición de salir después de él. Se refiere al cógito pre-reflexivo. El ser del cógito aparece como siendo para-sí, como continuo y constitutivo saberse que, en cualquier momento, puede tornarse reflexivo.
                El Ser y la Nada introduce tres categorías referidas a lo existente: el ser-en-sí, el ser-para sí, y el ser-para-otro. Las dos primeras marcan una dicotomía, mientras que la tercera es el balance de la imposibilidad de que las dos conciencias se afirmen como sujetos

El nihilismo:
                La conciencia que tenemos de nosotros mismo mismos no afirma nuestra existencia, porque esta es intencional, es decir, conciencia posicional positiva de algo distinto a ella. La conciencia de nuestra conciencia no es la de un objeto, no hay contenidos positivos, es solo negación.
                Las cosas en-sí son positivadas sin sentido, la conciencia se lo proporciona, pero es para-sí, pura nihilización, libertad absoluta, solo se tiene como norma a sí misma
         La libertad es una estructura existencial, puramente formal, que está en la base de la identificación de la esencia del ser humano con la existencia. Puesto que la divinidad no existe y no hay valores objetivos, la esencia se va haciendo en la existencia y ésta es siempre lo que no es, porque continuamente se proyecta más allá de sí sin ninguna garantía
                Todo lo que está fuera de la conciencia obliga a esa nihilización que la saca de su presente, le impone una distancia reflexiva de sí misma, del mundo y de los otros. Cualquier esfuerzo reflexivo de la conciencia por aprehenderse a sí misma como positividad está abocado al fracaso, porque existe como separación del en-sí y siempre se confronta con su trascendencia, ya que la conciencia es intencional (tracendencia, ser-en-el-mundo) y por ello no puede coincidir consigo misma. Esta no coincidencia es la nihilización. Se trata de una modificación completa, infraestructural, que afecta a la totalidad de la existencia del para-sí.

             Sartre consideraba la intencionalidad como una idea fundamental de Husserl, y la identificaba con la nihilización de la conciencia. Interpreta esta intencionalidad fenomenológica de la conciencia como la necesidad intrínseca de existir como conciencia de otra cosa distinta de sí, como superación por la conciencia de la propia conciencia, algo más que conocimiento o representación. Por eso va más allá de la tº del conocimiento. Todo está fuera, hasta nosotros mismos. 

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