La vida
consciente es la que nos lleva a las cosas mismas. La cosa misma es el ego.
Contra
Bergson, el ego no es un dato inmediato de la conciencia. No es una sustancia
inmanente a la conciencia, sino un objeto trascendente (en el mundo, que ha
sido “puesto” por la conciencia reflexiva)
Para
Bergson, el yo es la totalidad de los estados de la conciencia, que se
exteriorizan en la vida social práctica. Bergson distingue un yo estático
proyectado por el lenguaje común, y la duración en curso que es la persona
singular. Bergson identifica duración pura con libertad (la libertad se
aprehende por el esfuerzo de la intuición y el arte). Sartre considera esto no
libertad, sino espontaneidad, pues describe un objeto y no una conciencia
Según
Sartre, Bergson piensa que la conciencia tiene una interioridad similar a un
Ego, pero éste no es más que la propia conciencia refleja de sí misma.
Sartre
continúa la fenomenología de Husserl, partiendo de sus Investigaciones Lógicas:
descripción del Moi como producción sintética y trascendente de la
conciencia.
… definiciones precipitadas de
fenomenología:
-ciencia
eidética e intuitiva de esencias a las que se accede por el método descriptivo
de las relaciones que el yo entabla con la conciencia, no en el ámbito ideal,
sino en la existencia concreta.
-para
Sartre la fenomenología no es una ciencia eidética (como la definía Husserl)
porque plantea problemas fácticos, como la relación del yo con la conciencia. Su
propio método descriptivo e intuitivo lo demuestra. Sartre elimina la
fenomenología Husserliana descriptiva de lo invariante (que subyace a las
múltiples variaciones posibles de los singulares), y tambien la intuición
categorial
La fenomenología de Sartre:
La
fenomenología posee un método descriptivo e intuitivo que conduce a las cosas
mismas; es por tanto una ciencia de hecho.
La
descripción fenomenológica de la conciencia: Sartre radicaliza el cógito
cartesiano hasta hacerlo personal, no es sustancia pensante, sino que presupone
un yo. el cógito es una conciencia dirigida sobre la conciencia, es decir, una
conciencia refleja de otra irrefleja.
Por
su parte, el fenómeno no es únicamente la vivencia, sino el objeto mismo-apareciendo.
El
yo, en tanto que polo de tales vivencias (el yo reducido trascendental de
Husserl), lo con considera innecesario. El Ego no es una instancia
individualizadora y unificadora, sino que, a la inversa, es la conciencia la
que posibilita la unidad y personalidad del yo.
Ego no es la sustancia
de la conciencia, tampoco la conciencia inmediata (conciencia no-posicional de
sí misma, de primer grado o irreflexiva)
El Yo es el sujeto de
una conciencia posicional mediata, reflexiva o de segundo grado, , dirigida a
la conciencia misma como a un objeto
El Yo introduce el
dualismo sujeto-objeto, y entonces aparece el Ego (como sujeto de dicha
conciencia).
El Yo solo surge con
ocasión de un acto reflexivo, pero con el aparece un nuevo objeto que reafirma
a dicha conciencia y que no está en el mismo plano del objeto de la conciencia irrefleja.
La conciencia
reflexiva que nos da el yo no es la conciencia originaria (conciencia del
mundo), sino derivada de ella. La conciencia de primer grado es condición
trascendental para el surgimiento de la conciencia de segundo grado. La conciencia
no-posicional es la que posibilita la
reflexión. La conciencia posicional es una conciencia personal cuyo correlato
noemático es el Ego
El yo de Sartre es un
existente concreto (no una estructura necesaria de la conciencia como defendía
Husserl), diferente de otros tipos de verdades. Se trata, no de una realidad
absoluta, sino de una realidad para la conciencia que reflexiona. De ahí se
sigue que no hay yo trascendental, sino yo trascendente a la conciencia.
La conciencia es un
absoluto en la medida en que puede ser, en el modo irreflexivo, conciencia de
sí misma sin ponerse como objeto. La conciencia es en la esfera trascendental
(donde coinciden ser y aparecer), y se caracteriza por su espontaneidad. En el
plano irrefexivo las vivencias son espontáneas
Husserl defiende su
tesis del yo trascendental, en tanto trasfondo de la conciencia, así como
estructura necesaria de la misma que le proporciona unidad e individualidad.
Sartre considera que dicho yo no es necesario para unificarla, porque la unidad
de la conciencia viene garantizada por la de los campos objetivos a los que
está dirigido intencionalmente: es la unidad del mundo en que me encuentro la
que determina mi conciencia y no a la inversa. El Ego no es propietario de la
conciencia, es el objeto de la misma; no se halla en la conciencia, sino fuera
de ella.
La asignación del Ego
a la objetividad es la única refutación posible del solipsismo, mientras que el
yo trascendental inmanente condenaba a la fenomenología a un idealismo
subjetivista
La interioridad de la
conciencia se vive, no se contempla desde fuera, es pura inmediatez, conciencia
no posicional de sí misma, por eso el dato inmediato no es como en Bergson, un
yo que dura, sino una conciencia de mi yo u otros, como objetos, conciencia
refleja de los mismos.
El dualismo
cartesianismo-solipsismo salta a la vista en esta radical oposición entre
conciencia-propia-sujeto y conciencia-ajena-objeto
La epojé sartriana no
tiene el sentido husserliano de suspensión de la actitud natural, sino el de
vaciar de todo contenido a la conciencia subjetiva y reconducirla a la pura
intencionalidad
Las determinaciones
psíquicas son sintetizadas por el yo, pero la constitución de éste es obra de
la conciencia reflexiva, que remite cada estado a la totalidad del Moi
intencionando una relación que atraviesa el tiempo. el Yo produce sus estados,
pero es un objeto que aparece a la conciencia reflexiva. El yo es una síntesis de
pasividad y actividad, así como de interioridad y trascendencia.
Sartre pone al Yo y al
Mundo en el mismo plano, en el de los objetos de la conciencia intencional, o
en el de los existentes. La conciencia, depurada de todo yo, deja de concebirse
como sujeto, para devenir en razón de su espontaneidad. Aunque esta
espontaneidad está condenada a existir intentando escapar a la fatalidad de su
creatividad.
La espontaneidad
impide distinguir lo activo de lo pasivo y admitir la autonomía de la voluntad,
por eso provoca la angustia que en El Ser y la Nada atribuirá a la libertad
absoluta con la que se identificará la conciencia. Este carácter absoluto-fatal
de la conciencia será la base de su fundamentación fenomenológica que trata la
relación Yo-Mundo
La conciencia es la
primera condición de la existencia, justamente por su intencionalidad hacia el
mundo (yo pienso-en, ser-para ). La conciencia, gracias a su irreflexión, como
polo de los pensamientos, puede unificarse en el tiempo, pero no es algo
positivo como lo es el Ego
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