La escuela de Atenas

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sábado, 24 de septiembre de 2016

Sartre. La trascendencia del Ego en el mundo

La vida consciente es la que nos lleva a las cosas mismas. La cosa misma es el ego.
                Contra Bergson, el ego no es un dato inmediato de la conciencia. No es una sustancia inmanente a la conciencia, sino un objeto trascendente (en el mundo, que ha sido “puesto” por la conciencia reflexiva)
                Para Bergson, el yo es la totalidad de los estados de la conciencia, que se exteriorizan en la vida social práctica. Bergson distingue un yo estático proyectado por el lenguaje común, y la duración en curso que es la persona singular. Bergson identifica duración pura con libertad (la libertad se aprehende por el esfuerzo de la intuición y el arte). Sartre considera esto no libertad, sino espontaneidad, pues describe un objeto y no una conciencia
                Según Sartre, Bergson piensa que la conciencia tiene una interioridad similar a un Ego, pero éste no es más que la propia conciencia refleja de sí misma.
                Sartre continúa la fenomenología de Husserl, partiendo de sus Investigaciones Lógicas: descripción del Moi  como producción sintética y trascendente de la conciencia.

… definiciones precipitadas de fenomenología:
                -ciencia eidética e intuitiva de esencias a las que se accede por el método descriptivo de las relaciones que el yo entabla con la conciencia, no en el ámbito ideal, sino en la existencia concreta.
                -para Sartre la fenomenología no es una ciencia eidética (como la definía Husserl) porque plantea problemas fácticos, como la relación del yo con la conciencia. Su propio método descriptivo e intuitivo lo demuestra. Sartre elimina la fenomenología Husserliana descriptiva de lo invariante (que subyace a las múltiples variaciones posibles de los singulares), y tambien la intuición categorial
               
La fenomenología de Sartre:
                La fenomenología posee un método descriptivo e intuitivo que conduce a las cosas mismas; es por tanto una ciencia de hecho.
                La descripción fenomenológica de la conciencia: Sartre radicaliza el cógito cartesiano hasta hacerlo personal, no es sustancia pensante, sino que presupone un yo. el cógito es una conciencia dirigida sobre la conciencia, es decir, una conciencia refleja de otra irrefleja.
                Por su parte, el fenómeno no es únicamente la vivencia, sino el objeto mismo-apareciendo.
                El yo, en tanto que polo de tales vivencias (el yo reducido trascendental de Husserl), lo con considera innecesario. El Ego no es una instancia individualizadora y unificadora, sino que, a la inversa, es la conciencia la que posibilita la unidad y personalidad del yo.
Ego no es la sustancia de la conciencia, tampoco la conciencia inmediata (conciencia no-posicional de sí misma, de primer grado o irreflexiva)
El Yo es el sujeto de una conciencia posicional mediata, reflexiva o de segundo grado, , dirigida a la conciencia misma como a un objeto
El Yo introduce el dualismo sujeto-objeto, y entonces aparece el Ego (como sujeto de dicha conciencia).
El Yo solo surge con ocasión de un acto reflexivo, pero con el aparece un nuevo objeto que reafirma a dicha conciencia y que no está en el mismo plano del objeto de la conciencia irrefleja.
La conciencia reflexiva que nos da el yo no es la conciencia originaria (conciencia del mundo), sino derivada de ella. La conciencia de primer grado es condición trascendental para el surgimiento de la conciencia de segundo grado. La conciencia no-posicional  es la que posibilita la reflexión. La conciencia posicional es una conciencia personal cuyo correlato noemático es el Ego
El yo de Sartre es un existente concreto (no una estructura necesaria de la conciencia como defendía Husserl), diferente de otros tipos de verdades. Se trata, no de una realidad absoluta, sino de una realidad para la conciencia que reflexiona. De ahí se sigue que no hay yo trascendental, sino yo trascendente a la conciencia.
La conciencia es un absoluto en la medida en que puede ser, en el modo irreflexivo, conciencia de sí misma sin ponerse como objeto. La conciencia es en la esfera trascendental (donde coinciden ser y aparecer), y se caracteriza por su espontaneidad. En el plano irrefexivo las vivencias son espontáneas
Husserl defiende su tesis del yo trascendental, en tanto trasfondo de la conciencia, así como estructura necesaria de la misma que le proporciona unidad e individualidad. Sartre considera que dicho yo no es necesario para unificarla, porque la unidad de la conciencia viene garantizada por la de los campos objetivos a los que está dirigido intencionalmente: es la unidad del mundo en que me encuentro la que determina mi conciencia y no a la inversa. El Ego no es propietario de la conciencia, es el objeto de la misma; no se halla en la conciencia, sino fuera de ella.
La asignación del Ego a la objetividad es la única refutación posible del solipsismo, mientras que el yo trascendental inmanente condenaba a la fenomenología a un idealismo subjetivista
La interioridad de la conciencia se vive, no se contempla desde fuera, es pura inmediatez, conciencia no posicional de sí misma, por eso el dato inmediato no es como en Bergson, un yo que dura, sino una conciencia de mi yo u otros, como objetos, conciencia refleja de los mismos.
El dualismo cartesianismo-solipsismo salta a la vista en esta radical oposición entre conciencia-propia-sujeto y conciencia-ajena-objeto
La epojé sartriana no tiene el sentido husserliano de suspensión de la actitud natural, sino el de vaciar de todo contenido a la conciencia subjetiva y reconducirla a la pura intencionalidad
Las determinaciones psíquicas son sintetizadas por el yo, pero la constitución de éste es obra de la conciencia reflexiva, que remite cada estado a la totalidad del Moi intencionando una relación que atraviesa el tiempo. el Yo produce sus estados, pero es un objeto que aparece a la conciencia reflexiva. El yo es una síntesis de pasividad y actividad, así como de interioridad y trascendencia.
Sartre pone al Yo y al Mundo en el mismo plano, en el de los objetos de la conciencia intencional, o en el de los existentes. La conciencia, depurada de todo yo, deja de concebirse como sujeto, para devenir en razón de su espontaneidad. Aunque esta espontaneidad está condenada a existir intentando escapar a la fatalidad de su creatividad.
La espontaneidad impide distinguir lo activo de lo pasivo y admitir la autonomía de la voluntad, por eso provoca la angustia que en El Ser y la Nada atribuirá a la libertad absoluta con la que se identificará la conciencia. Este carácter absoluto-fatal de la conciencia será la base de su fundamentación fenomenológica que trata la relación Yo-Mundo
La conciencia es la primera condición de la existencia, justamente por su intencionalidad hacia el mundo (yo pienso-en, ser-para ). La conciencia, gracias a su irreflexión, como polo de los pensamientos, puede unificarse en el tiempo, pero no es algo positivo como lo es el Ego


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